El acusado de asesinar en diciembre de 2021 a su expareja, Lorena R., cuando se disponía a coger el coche para ir a por sus hijas al colegio ha reconocido el crimen en la vista oral celebrada este lunes en la Audiencia de Granada y ha pedido «perdón» a las niñas, antes de aceptar una condena de 21 años de prisión y la retirada de la patria potestad sobre las menores, con las que no podrá comunicarse ni tampoco acercarse en 31 años.
El juicio estaba previsto que arrancara este lunes en la Audiencia Provincial por la fórmula del jurado popular, pero un acuerdo de conformidad entre la Fiscalía, el resto de las acusaciones personadas en la causa y la defensa del autor confeso de este crimen machista ha evitado que se celebre favoreciendo la lectura de la condena en Sala, en una sentencia que ya es firme.
El acusado, que inicialmente se enfrentaba a una petición fiscal de 25 años de prisión, ha reconocido que asesinó a Lorena, de 39 años, en el garaje de su vivienda en la zona de Parque Nueva Granada, después de que la víctima hubiera puesto fin a la relación que mantenían tras siete años casados.
Esperó a que accediera al recinto a recoger el coche y allí le asestó numerosas puñaladas con unos cuchillos que había comprado en una droguería esa misma mañana del 10 de diciembre de 2021 dado que, según el de la Fiscalía, no aceptaba la ruptura de la relación ni que su exmujer pudiera rehacer su vida con otra persona.
«Quiero pedir perdón a mis niñas, a su familia, a mi familia y a todo el mundo», ha dicho en la Sala antes de ser condenado como autor de un delito de asesinato con la agravante de género y de parentesco, y la atenuante de confesión a 21 años de prisión y ocho de libertad vigilada. No podrá acercarse o comunicarse con sus hijas por ningún medio durante 31 años, y tampoco residir en la localidad donde lo hacen ellas.
Además, deberá indemnizar a cada una en 300.000 euros, que se suman a los 200.000 fijados para los progenitores de Lorena. Algunos de sus familiares han esperado en los pasillos a que finalizara la vista y se han fundido en un abrazo visiblemente dolidos y emocionados una vez que ha acabado el proceso.
Se lo confesó al dueño de un bar
Tras huir del lugar del crimen, el acusado telefoneó, sobre las 13,40 horas, al propietario de un bar situado en la zona Norte y le dijo: «Ya he acabado con el problema de mi mujer, me la he cargado». Pidió a este hostelero que llamara a la Policía y fuera con los agentes a buscarle al lugar donde se encontraba. «Estoy enfrente de mi casa, en el campo, con las manos llenas de sangre», agregó.
Cuando los agentes llegaron al descampado, frente al garaje donde se produjo el crimen, el acusado confesó los hechos: «He apuñalado a mi mujer, ojalá esté muerta», llegó a decir, afirmando que era «una cosa que tenía que hacer» porque había descubierto que la víctima tenía una relación con otra persona.
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