Archivo - Vista de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa | Unanue - Europa Press - Archivo

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Los médicos forenses que realizaron la autopsia a la anciana de 91 años fallecida en Zumaia (Gipuzkoa) el 21 de noviembre de 2020, de cuyo asesinato se acusa a su cuidadora, consideran que su muerte fue «violenta» y apuntan como causa a la «asfixia por sofocación» como causa de su muerte.

En la cuarta jornada del juicio con jurado que se desarrolla en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa contra la cuidadora de la anciana, para la cual la Fiscalía solicita 22 años de prisión por asesinato y contra la cual la familia de la fallecida no ha presentado cargos, han comparecido como testigos siete agentes de la ertzaintza, tres de ellos por videoconferencia, el médico de Osakidetza que acudió al domicilio de la fallecida y dos médicos forenses que realizaron la autopsia.

Estos últimos han indicado que el médico de Osakidetza que acudió al domicilio de la fallecida, después de que la hija de ésta que se encontraba en el domicilio de una amiga en Zumaia aquella noche recibiera el aviso de la cuidadora de que su madre había muerto y llamara al '112', le indicó que la anciana presentaba «lesiones compatibles con violencia».

Según ha indicado uno de los forenses, los «hechos y hallazgos» en el domicilio de la anciana les hicieron «pensar que podría ser una muerte criminal», ya que presentaba «múltiples lesiones de origen diferente», en la frente, junto a la nariz, la mandíbula rota en el lado izquierdo, y alrededor de la boca.

También presentaba fracturas en el peroné derecho, tres costillas del mismo lado y mandíbula izquierda, así como lesiones «de diferente data» en las piernas, con «una lesión bastante intensa en la cara interna del muslo» y en la zona cervical, concretamente a ambos lados de la parte baja del cuello.

«Me llamó la atención que no había apenas manchas de sangre en la cara, ni en la cama», ha relatado uno de los forenses, que ha añadido que cuando dió la vuelta a una almohada sí vio manchas de sangre en la misma, así como en los bordes de la cama y en sus barras protectoras, pero «todas estaban por fuera» de las mismas.

En cuanto a la autopsia, ha indicado que primero se realizó un examen radiológico en el que se detectó la fractura en el peroné derecho «por fuera», tres costillas derechas y otra «reciente» en la mandíbula izquierda. Los forenses han incidido en la «amplia serie de lesiones» que presentaba la fallecida en la cara, en concreto, han destacado una «herida incisa en la cara interna de la oreja izquierda», como un «arañazo intenso»; así como las «lesiones alrededor de la boca» y en la «parte interna del sabio, compatibles con presión en la zona».

También hallaron hematomas en la zona posterior de la cabeza de la víctima y en el cuello y, ante tales evidencias, buscaron «signos específicos de asfixia, petequias o lesiones asociadas», que son puntitos hemorrágicos que aparecen en las mucosas y la piel, encontrándo los mismos «en los párpados y debajo de la ceja». «Esto nos hizo ya con todas las cautelas sospechar de un tipo de muerte no natural», ha indicado uno de los forenses, ya que las lesiones son «compatibles con asfixia por sofocación con interposición de manos o un elemento u objeto en las vías respiratorias externas».

«No encontramos causas que expliquen el fallecimiento por ninguna patología orgánica que ella tuviera», han incidido. Además, han citado que en el informe realizado por la enfermera que le realizó curas tres días antes del fallecimiento «no se comenta nada de ninguna lesión en la cara», a lo que han añadido que también les extrañó que con «las múltiples lesiones que presentaba en la zona cranofacial, así como fracturas óseas» la anciana, «ninguna de ellas postmortem», es decir que se produjeron «antes de morir», nadie avisara a un médico «antes» y, sin embargo, «se lavara la escena y el cadaver lo que ha dificultado los estudios» posteriores.

Asimismo, los forenses han indicado que dado que la fallecida presentaba «cada vez menos movilidad y capacidad de respuesta», según la médico y la enfermera que le atendían, sus familiares y su cuidadora, «difícilmente se pudo causar todas estas lesiones golpeándose con la barra» de seguridad de la cama y tampoco se encuentra «médicamente una explicación» de que se las produjera ella misma, por lo que descartan tanto el accidente como el suicidio.

Preguntados por el jurado si algunas de las lesiones de la anciana podrían haberse producido por maniobras de reanimación efectuadas por la cuidadora, han descartado esa hipótesis, para incidir, a continuación, que «desde el punto de vista médico forense, la posibilidad más óptima es que la asfixia» fuera la causa de la muerte, al tiempo que han indicado que, además, tampoco se encontró saliva de la procesada en el cadáver, lo cual suele darse «con bastante probabilidad» si se realiza un 'boca a boca'.

No pudo ser sólo una caída

Respecto a si pudieron ser producidas por una caída de la cama, han señalado que «no son compatibles» con ello, ya que, en ese caso se habría producido «una única lesión en zonas de resalte».

Por otro lado, los agentes de la Ertzaintza que también han testificado este miércoles, han apuntado también a que la limpieza que llevó a cabo la acusada de la sangre en la habitación de la ancinaa «dificultó evidentemente» la investigación de los hechos.

No obstante, dos agentes que realizaron la inspección ocular han indicado que «lo que el escenario les decía» les pareció «en todo momento coherente» con lo que declaró la acusada, aunque la escena «había sido alterada porque había sido limpiada» por ésta.

Por su parte, el médico de Osakidetza que acudió al domicilio tras el aviso a emergencias del fallecimiento ha señalado que en cuanto llegó «al examinar externamente» el cuerpo de la anciana, «vio indicios», como las «lesiones en la cabeza y mucha sangre», que le impedían certificar su muerte por causas naturales, por lo que activó el protocolo judicial.

Sobre el hecho de que la anciana presentara «piel de papel», como han explicado en sesiones anteriores la médico y la enfermera que la trataban habitualmente, una dolencia típica en las personas de avanzada edad, el profesional sanitario ha señalado que esta mujer presentaba «lesiones cortantes, la piel estaba abierta, por ejemplo en la frente, no eran solo hematomas como suelen producirse en las personas mayores».