Chicote ha hecho estas declaraciones a Europa Press TV coincidiendo con el 50 aniversario de este atentado, cuya autoría no fue reconocida por la banda terrorista ETA hasta el 5 de noviembre de 2008 en su boletín interno Zutabe.
Este policía, residente Euskadi, ha recordado que, apenas llevaba dos semanas en la Policía cuando ocurrió el atentado, y ha resaltado que lo vivido aquel día fue «durísimo», y que «una cosa» es contarlo y «otra» bien distinta «vivirlo y palparlo». Chicote ha reconocido que durante «muchas noches» de su vida no ha dormido tranquilo dándole vueltas a aquel atentado, que le ha «marcado» su vida.
Según ha explicado durante la entrevista, ese día se dirigía a su lugar de trabajo, por las proximidades de la cafetería, cuando la onda expansiva del «zambombazo» le desplazó «tres o cuatro metros» por los aires, y fueron las persianas de una tienda colindante al local hostelero las que le protegieron, probablemente, de la muerte.
A partir de ahí, «chillidos» y «nervios» de gente que corría «de un lado» para «otro», y la confirmación de que «nadie se acercaba», por lo que se levantó y entró en la cafetería, donde desde el primer momento pudo contemplar cadáveres «tirados».
«Me metí sin más. Empecé a sacar gente, a dejarlos allí en la calle. Aquello era tan grave, lo que había allí dentro, aquel horno tan atroz... no había nada más que chillidos, y como no acudía nadie, yo me decía, tengo que sacar a toda esta gente, que son los que me necesitan, y no me voy a ningún lado», ha explicado.
Chicote también recuerda el fuerte olor a gas y el polvo que originó la explosión. «Yo de aquí no me marcho», se dijo el joven policía, por lo que continuó sacando víctimas al exterior. «No había nada más que cadáveres a la entrada y gente muy destrozada», ha subrayado.
Entre todos los rescates, recuerda el de una niña «que no hacía nada más que llorar», a la que «el chorro» de agua de una tubería rota por la explosión le caía sin descanso en la cara. Al ir a auxiliarla, el suelo del local se derrumbó y se cayó en un foso.
«Cuando saqué a la niña le decía: ¡no llores, ya te he salvado, ya nos queda muy poquito. Venga, aguanta un poco, pero no llores, que bastante has llorado!. Yo sé que le decía todas estas cosas; la dejé en la calle y me volví a sacar gente», ha aclarado.
Finalmente, Chicote fue trasladado inconsciente al Hospital Francisco Franco, donde fue atendido de un dedo dislocado, producto de la caída por la explosión o del derrumbe del suelo al ir a auxiliar a la menor.
Una vez recuperado, estuvo recluido y aislado en la pensión donde llevada residiendo en Madrid desde que comenzó las prácticas, una estancia de la que tiene «la espina clavada» por la soledad que le impusieron las autoridades de entonces, y que terminó al cabo de 20 días, cuando se vio obligado a reincorporarse al trabajo.
Chicote ha lamentado «la soledad institucional» a la que se ha visto abocado por los sucesivos gobiernos centrales, pero no así por la Policía Nacional, que le concedió la medalla de oro al Mérito Policial con distintivo rojo. «Nadie se ha acordado de mí, es triste muy triste, pero la vida es así», ha atestiguado.
El agente, ahora retirado, recuerda que no se ha detenido a los autores de esta masacre, a los que diría que un hecho delictivo de esta magnitud «no es de humanos». «Atentar de esta manera, indiscriminadamente, no se puede hacer», ha dicho el policía, que se declara apolítico. «Y creo que no dormirán, yo no me dormido muchos años tranquilo, pero ellos menos», ha concluido.
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