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Un bosque en Girona y una superficie de 1.000 metros cuadrados en Segovia son lugares donde la obra interdisciplinar de Mónica Fuster (Palma, 1967) se expone este verano. «Sad Trees» es fruto de una colaboración entre la Nau Côclea de Camallera y el Museo de los Àngeles de Arte Contemporáneo de Turégano.

Hasta el 29 de junio, el proyecto se exhibe en Gerona y del 12 de julio al 14 de septiembre en Segovia. Esculturas en cristal rojo, -hechas en la Escuela de Vidrio de La Granja de San Ildefonso-, un vídeo y una instalación sonora de sensores integran «Sad Trees» que, como es habitual en Fuster, ha contado con la colaboración, -«colaborar con otros me enriquece»-, de Pedro Tous en una composición sonora sobre vidrios rotos. Licenciada en Bellas Artes rama de escultura, con un doctorado sobre «Art i pensament», asegura que «siempre me ha interesado potenciar un enfoque a nivel interdisciplinario a través del cual poder reflejar inquietudes teóricas que, a la vez, son un flujo y un reflujo de la propia obra, en donde el interés procesual y de experimentación es relevantes». Mónica Fuster, que aborda distintas disciplinas, explica algunas constantes en su obra. En sus instalaciones, «la organicidad, todo lo que implica una participación del público, una mirada más poética, metafísica o espiritual, llegar al alma», como sucede en «Sad Tress». En escultura se decanta por materiales «blandos, dúctiles, jabón, plástico, cello, o etéreos como el aire, la luz, el sonido, elementos muy incorpóreos y volátiles que me sirven para hablar de espiritualidad». En cuanto sus vídeos, «tienen un tempo lento y un poco melancólico».

La luz como elemento le sirve para «llegar a la incorporeidad del material y, al mismo tiempo, transmitir esa vertiente metafísica» y mediante la organicidad, «como en la vida, hablo de renovación, de cambios constantes, de movimiento». A Mónica Fuster le interesan los conceptos en la misma medida que la plástica: «Procuro un equilibrio como en una balanza».

Por todo ello, explica que este proyecto que ahora expone, «Sad Trees», vídeo, escultura, instalación, sonido, «la intención es que el espectador realice un recorrido interiorizando sus sensaciones». En Gerona, las esculturas y los sensores, que al paso del público disparan el sonido, se imbrican en la naturaleza del bosque hasta llegar a un espacio cerrado donde se proyecta el vídeo. En Segovia, las esculturas de vidrio estarán «derramadas» por una gran superficie de piedra blanca, en el exterior del Museo, «provocando un juego de contrastes y espejismos», -porque proponer dualidades como «interior, exterior, realidad irrealidad», es otra de sus características-, y «los sensores interactuarán con las piezas en el recorrido del visitante». Dentro del museo se proyectará el vídeo».