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Cuando Juan García Orell decidió dejar su trabajo en el mundo del turismo, buscaba «descansar y vivir con tranquilidad». Sin embargo, llegó un punto en el que empezó a aburrirse. «Necesitaba ser útil». Un cuñado le regaló «un caballete y un lote de pinturas» y, desde entonces, hizo suya la pintura. «Me decanté por los paisajes y las flores porque vi que al público le gustaban». Mientras, en su casa, se dedicaba «al arte abstracto». Ahora, ha decidido sacar a la luz su vertiente menos figurativa a través de una exposición que se realizará a finales de año en la galería Payers.

«Mostrar mis pinturas abstractas era una necesidad íntima». Seguirá con sus cuadros más realistas porque no quiere dejar de lado sus dos estilos. Y, también, seguirá «experimentando». «Nunca he querido hacer un cuadro igual que el anterior, siempre busco hacer algo nuevo». Para ello, juega con «las técnicas, las formas, los colores y los materiales», dejándose llevar por «una primera idea» que, después, se convierte «en un cuadro». «Siempre que me enfrento a una tela en blanco se qué objetivo quiero lograr pero nunca se cómo». Es, entonces, cuando empieza «una lucha apasionada» que le lleva hasta el final, ese instante en el que se siente «satisfecho».

A pesar de haber llegado a la pintura casi por casualidad, García Orell estaba, en cierta manera, predestinado al arte. «De pequeño, sacaba muy buenas notas en dibujo y, además, mi madre pintaba». Autor autodidacta, empezó con los cuadros abstractos, siendo seleccionado uno de ellos, entre 518, por la Fundació Barceló. «Aprendí visitando exposiciones y museos y experimentando, trabajando muy duro». Ahora, pasa horas y horas pintando. «Después de cenar, siempre pinto un rato, un rato que, en ocasiones, se convierte en horas». García Orell entra en «una especie de trance» que le hace olvidarse del tiempo. «Es una sensación muy agradable». Sus creaciones dependen de su estado de ánimo. «Si estoy tranquilo, me dedico al arte figurativo; si estoy más intranquilo, al abstracto». Se considera «exigente» pero, también, «tolerante». «Mi meta es pasármelo bien pintando, no me atormenta lograr un nivel artístico, sólo quiero expresarme con sinceridad». De ahí que el arte le llene por completo pero que, a nivel humano, le llenen más otras cosas. «Mi mujer, mi hijo y mis amigos son lo primero».