Una restauradora trabaja en el relieve frontal de la urna. Foto: JAUME MOREY

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El mausoleo del marqués de la Romana, situado en una de las naves laterales de la Seu, lleva un siglo padeciendo los efectos de la humedad y parte del mismo se halla en muy mal estado. El problema viene de lejos, desde su instalación en la Catedral, en 1837, tras el derribo del convento de Santo Domingo, para donde fue concebido. Los restauradores que han comenzado a rehabilitarlo han encontrado el mármol muy deteriorado, en algunos casos ya desecho, aunque las figuras se han conservado en mejor estado.

De grandes proporciones, el mausoleo está formado por una amplia base de marés recubierta de mármoles policromados sobre la que reposa la urna sepulcral; sobre ella, la figura yacente de Pere Caro i Sureda (1761 - 1810) que perteneció a la Armada Real y comandó las tropas enviadas al norte de Europa en ayuda de Napoleón. El monumento es construcción arquitectónica de estilo neoclásico rematada por el escudo de la familia Sureda y decorado con figura alegóricas, también de mármol. Fue obra de Josep-Antoni y Jaume Folch, catalanes exiliados en Mallorca.

El mal que atacó al mausoleo proviene de la colada de yeso líquido con la que se unieron las piedras de marés de la base. Como éstas fueron recubiertas inmediatamente de mármol, el yeso no llegó a secar. «Al no secar, provoca sales que entran en el interior del mármol y lo revientan al aflorar», explican los técnicos, quienes han de quitar a mano toda la pasta de yeso «que se deshace como mantequilla». Este material también ha resultado incompatible con la barras de hierro que fijan el monumento, igualmente deterioradas. Estos desperfectos no se hubieran producido si en su día se hubiera usado mortero de cal.