En el Convento de las Caputxines se trabaja intensamente en el
montaje del belén monumental que se mostrará durante las fiestas
navideñas a partir del próximo día 16. Este año, cuando se cumplen
10 del inicio de las exposiciones, se ha abordado la restauración
de las figuras del mismo por primera vez en su historia, que parte
del siglo XVII. Tanto la mayoría de éstas como la cueva de tela
encolada, papel y cartón que las alberga necesitan «una
rehabilitación urgente». De momento, se ha comenzado por dos
conjuntos de piezas, las de barro cocido y las denominadas
«vestideras», datadas en los siglos XVIII y XIX, «que son muy
pintorescas».
Jaume Llabrés, comisario del proyecto de recuperación del
patrimonio del convento junto a Aina Pascual, explicó ayer que,
«desde 1995, cuando se empezó este proyecto, se ha dado prioridad a
la mejora de infraestructuras, rehabilitación de espacios y
restauración de bienes muebles de mayor envergadura». Entre todo
ello resultaba muy necesario el arreglo del tejado del convento que
corresponde a la zona donde se expone el belén, pues las goteras,
abundantes, han ido deteriorando las figuras. La rehabilitación de
la teulada, ya finalizada y pagada por el Consell, ha permitido
sanear la sala de exposición, especialmente el artesonado del
techo, obra que han subvencionado Camper y Sampol Ingeniería y
Obras. Ahora, apunta Llabrés, «ha llegado el momento de comenzar
con el belén propiamente dicho». Y se ha conseguido el apoyo del
Rotary Club Almudaina para recuperar las figuras «vestideras»,
trabajo que ha realizado la experta Magdalena Vidal.
Gabriel Carrió i Vives ha escrito un pequeño texto sobre estas
piezas que se publicará próximamente en un catálogo. En él explica
que se caracterizan por «estar construidas en base a un alma, que
constituye su estructura interna, y que puede ser de hilo de hierro
o de madera». Ésta estructura se completa con la cabeza, las manos,
los brazos y el correspondiente vestido. A la hora del arreglo de
la indumentaria, Vidal utilizó retales antiguos del fondo del
convento para los diseños de la vestimenta que se había perdido
tras el paso de los siglos. De esta forma «se ha recuperado la
coherencia cronológica». Hay que recordar que las monjas Caputxines
se dedicaron en el pasado a la confección de trajes litúrgicos y
conservan los restos de telas sobrantes, donadas por familias de la
aristocracia, que las monjas ya utilizaban en el mantenimiento del
belén, cuya factura es artesanal. También se han restaurado figuras
de animales.
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