El cineasta Toni Bestard.

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CELIA HEREDIA

«No pude evitar ponerme nervioso cuando trajeron el sobre», comenta Toni Bestard tras la gala de los Premios Goya, en la que optaba al galardón en la categoría de mejor cortometraje documental por El anónimo Caronte. Un trabajo que le ha llevado por segunda vez a una gala de casi tres horas que, según Bestard, «es más entretenida cuando se ve desde casa, ya que en directo el ritmo se pierde y eso hace que no se vean muchas cosas». Cabe recordar que Bestard estuvo nominado ya en la pasada edición por Equipajes.

El anónimo Caronte es un corto documental que, por unos minutos, hace protagonista a un actor secundario que participó en la película El Verdugo, de Berlanga, y que se ha quedado a las puertas de conseguir el galardón que otorga la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Sin embargo, Bestard está contento, «estar allí, por segundo año consecutivo, es algo muy importante y como digo yo, a la tercera va la vencida. Si vuelvo a estar nominado a los premios por tercera vez, no será con un corto, sino con el largometraje que estoy preparando, El perfecto desconocido». «Este año en la gala ha habido muchas sorpresas», confiesa entusiasmado Bestard, tras ver como el Goya a la Mejor película se lo llevaba La Soledad, de Jaime Rosales. «Un filme diferente que se aleja bastante de lo comercial y que se convirtió en la gran sorpresa de la noche», dice el director, quien reconoce que «en la gala ha habido un equilibrio que ha permitido que no todos los Goya se los lleven películas que han tenido detrás una fuerte campaña de marketing».

Un hombre feliz, de Isabel Lucina Gil, al final se llevó el premio. «Me alegro por Lucina, ella también ha hecho un buen trabajo», afirma Bestard. «Después de la gala Lucina y yo tuvimos la oportunidad de intercambiar impresiones, incluso de bromear, cuando Lucina le entregó, de forma simbólica, el Goya a Joan Ferrer, protagonista de El anónimo Caronte».