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JONAS CLIMENT El Festival de Poesia de la Mediterrània continúa derribando barreras culturales, lingüísticas y físicas. Ayer fueron los barrotes de la cárcel los que se doblegaron para dejar paso a los versos de los poetas invitados al encuentro, quienes ofrecieron un recital a los internos del centro penitenciario.

Los ocho escritores llegaron en un autocar y, tras pasar las estrictas medidas de seguridad, se reunieron con los reclusos en el salón de actos de la cárcel. Aiden Shaw, Nada Yousif, Àngel Terrón, Ipek Seyalioglu, Sebastià Perelló, Màrius Sampere, Colm Tóibín y Maria Grech Ganado fueron relevándose en una lectura poética llena de guiños a los presos, tratando de crear un ambiente de calidez y complicidad.

El acto fue seguido con notable aceptación por los presos, a quienes se les facilitó un libro para seguir el recital. «Imagino que estar en prisión es muy aburrido y nosotros somos como un zoo, con todo tipo de animales, viejos, mayores y con diferentes lenguas», explicó con sentido del humor Colm Tóibín, tras el acto, refiriéndose al heterogéneo e interesante perfil de los invitados de este año, que incluye a escritores de países como Irak, Inglaterra o Turquía.

Precisamente, esa diversidad cultural fue uno de los factores que más pareció sorprender a los reclusos. «Uno de los presos me ha comentado: '¡Es que han venido de diferentes países!', como diciendo: 'Aquí hay calidad'. Se han dado cuenta y lo han valorado», opinaba el poeta Àngel Terron. Tras el acto, poetas e internos intercambiaron impresiones y firma de libros.

El festival se clausuró anoche en el Teatre Principal con el espectáculo L'Acadèmia dels desconfiats, de Pascal Comelade y Enric Casasses.