Donald Murray, Aina Pascual y Jaume Llabrés acompañados del párroco de Jadraque, Alfonso Henche.

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JONAS CLIMENT

Gaspar Melchor de Jovellanos regresó a la Península tras se liberado de su cautiverio en el Castell de Bellver. En su ruta hacia Madrid se detuvo en el pueblo de Jadraque (Guadalajara), donde pasó el verano de 1808, a la espera de que se resolviesen los sucesos del 2 de mayo en la capital. Allí se instaló en el Casal de los Verdugo, -que pertenecía a la família de su amigo y benefactor Juan José Arias de Saavedra Verdugo-, donde se hizo decorar una sala con motivos decorativos y dos paisajes de temática mallorquina: uno del Castell de Bellver y otro de la Torre de Senyals de Portopí, ambas obras atribuidas por los expertos a su secretario, Manuel Martínez Marina.

La autoría de éste último y otros indicios «nos llevan a creer que esta salita es una recreación de la sala de la chimenea del Castell de Bellver, donde tenemos constancia escrita, pero no gráfica, de que estuvo decorada con pinturas murales». Así lo explican Jaume Llabrés y Aina Pascual, comisarios de la exposición Jovellanos de Bellver a Jadraque, que se puede visitar hasta el 11 de enero en el Convent de les Caputxines de Palma.

La muestra es la primera en dar a conocer en Mallorca la Sala Jovellanos de Jadraque a partir de las fotografías tomadas in situ por Donald Murray. Asimismo, ésta se integra dentro de una exposición más amplia, dedicada al ilustrado, que incluye las maquetas de las cúpulas de la basílica del Pilar de Zaragoza, planos del Castell de Bellver del siglo XVIII y dos grabados originales de Goya.

Jovellanos de Bellver a Jadraque es junto a las otras dos exposiciones que actualmente acoge el convento, -L'obra pictòrica de fra Manuel Bayeu a Mallorca y Visió Romàntica de la ciutat de Palma-, «la de más categoría que hemos hecho porque hay mucha obra inédita y es indispensable para conocer la historia del arte en Mallorca», asegura Llabrés.