«Se trataba de tomar una decisión y 'confiar'. De ahí viene el título», explica. «Su alumbramiento fue un experimento en el mejor sentido de la palabra, nos juntamos en un hotel de la provincia de Córdoba, en Argentina, y lo hicimos sin nada preparado, allí se creó todo en función de la confianza de que podíamos sacar adelante el proyecto a través de una situación que exigía lo mejor de cada uno, y mediante la concentración, el rigor y el juego lo conseguimos. Resultó una experiencia maravillosa».
La noción autobiográfica es una constante en la obra de Páez, «escribir canciones es sacarse cosas de encima, y eso siempre es liberador, aunque no todo es publicable. Entiendo que cualquier persona que se exprese sobre papel, sobre arcilla o sobre una canción sentirá algún modo de liberación», confiesa, desnudando su alma en cada repuesta y transmitiendo la necesidad de seguir en primera línea, guerreando y abanderando una lucha contra las desigualdades sociales con el arma que mejor maneja, un sentido musical en el que cabe emoción, integridad, denuncia y energía a partes iguales. «Ese modo de entender la música está en mi ADN, en mi educación sentimental, la música ha sido como una madre para mí», asegura.
Confía rebaja la musculatura de guitarra y hunde el cuchillo en las emociones, explotando todos los rincones de la palabra: «He tratado de escribir letras coloquiales que rayan lo casi poético, y no te digo poético porque esa es una palabra grande, pero sí hay ganas de jugar con ella, cada vez confío más en la palabra, pero como soy músico me gana la melodía». A sus 48 años, con 21 discos de estudio, dos películas como director y mito prematuro de la Argentina, Páez no duda al describir su instante favorito, «se produce cuando terminas la composición de una canción en tu casa, en soledad, ese momento es grande», concluye.
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