Hevia despuntó en los últimos coletazos del siglo XX, cuando deslumbró con su primer álbum en solitario, Tierra de nadie (1998), una excepcional carta de presentación que promocionó en más de cuarenta países, todo un hito capaz de unificar tradición y contemporaneidad en la música popular. La culpa la tuvo un instrumento de raíz milenaria: la gaita, que, como los Medici en la Florencia renacentista, subvencionó su arte.
El trabajo de Hevia no se limitó a la preservación del instrumento base para, tirando de materia gris, dar rienda suelta a unas composiciones que por si solas ya se habían colado en la radio fórmula, sino que, ayudado por los técnicos Alberto Arias y Miguel Dopico, desarrolló la denominada gaita midi o multitímbrica, un instrumento electrónico creado «a principio de los noventa, cuando buscaba un controlador de viento para ponerle el fuelle y la boquilla de una gaita. Por aquél entonces empecé a trastear una serie de sensores que transmitían un sonido muy próximo a lo que buscaba, pero no fue hasta el año noventa y siete que di con lo que realmente quería».
De su novedoso sonido nace un álbum cuya expresión musical se bastó para despachar más de dos millones y medio de copias, amén de acumular un gran número de premios nacionales e internacionales, una lista de méritos que convirtieron al gaitero en la principal referencia de la música celta de la Península Ibérica, una etiqueta que el asturiano rechaza instantáneamente: «Está mal que le atribuyan a un músico esa condición, los gaiteros nos limitamos a seguir la tradición musical asturiana y, en mi caso, la única medalla que podría colocarme es la de trasladar la música de gaita oral y rural a una condición académica y urbana. Formé parte de una generación de nuevos gaiteros integrada por más de veinte músicos, que se dio a conocer como 'la quinta del biberón', algunos hemos tenido más repercusión que otro, pero todos somos dignos exponentes de la cultura musical asturiana». Uno de los puntos que más inquietan a sus seguidores es su limitada producción musical, «es un lujo que no me puedo permitir, hace algunos años los discos te aportaban el dinero suficiente para vivir, sin embargo hoy día no son rentables, hay que asumir la realidad».
Hevia Celtic Legends. 3 de agosto, 20.30 h. Plaça de Toros de Palma. Tickets de 40 a 63 euros.
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