Atisbó que su registro había sufrido una metamorfosis en la adolescencia. El primer descubridor de Miguel Ángel Zapater como bajo fue su padre. Después vino su etapa estudiantil en Madrid y el encuentro con Montserrat Caballé, que resultó un espaldarazo en su debut profesional. Hace dos décadas que participó en Turandot, donde encarnó a Timur, ex rey de Tartaria, por primera vez, en el Teatre Principal. El personaje lo volverá a interpretar, más avezado, los próximos 3, 6, 8 y 10 de marzo en el mismo lugar.
—Ya fue Timur hace 19 años en el Principal. ¿Cómo lo recuerda?
—Fue una oportunidad estupenda porque ya entonces que un festival de ópera de esta relevancia confíe en jóvenes, que lo sigue haciendo, me sirvió para debutar en este personaje que luego he hecho por medio mundo.
—¿Qué ha cambiado de aquel personaje?
—Hombre pues la madurez, sobre todo. Es un personaje que va bien para mi voz, y la experiencia, después de tantos años volver a recuperarlo aquí en la Isla es extraordinario.
—Supongo que se siente identificado con los noveles de ahora. ¿Hay diferencia de nivel con respecto a sus inicios?
—Si falta nivel en algún momento lo suplen las ganas, aunque creo que han conseguido un reparto bastante equilibrado.
—Como bajo, ¿qué opina de las generaciones que le siguen?
—No sigo mucho. España nunca ha sido un país de muchos bajos. En relación con los sopranos, tenores y barítonos, que hay más, los bajos somos pocos, pero lo importante es que los teatros sigan confiando en ti.
—Me ha llamado la atención que tenga perfil en Linkedin. ¿Le resulta efectivo?
—No lo uso mucho porque no veo que se mueva demasiado. Lo pongo ahí como escaparate. Es una herramienta más como tener página web o que tu agente mande currículum a un teatro. Hoy en día hay que venderse de muchas formas posibles.
—El escaparate de la ópera no consigue captar a los jóvenes. ¿Por qué?
—No lo sé realmente. La ópera cuando se creó era la única distracción que tenía la gente. Hoy hay demasiadas distracciones: el cine, los videojuegos, la política... Hay que intentar atraer a todo el mundo posible.
—¿Ocurre sólo en España?
—Creo que pasa en todo el mundo. Todos los teatros intentan hacer una política de expansión.
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