Miquel Bezares, Adelina Gutiérrez, Jaume Tomàs y Toni Garau, en el Claustre de Sant Bonaventura, Llucmajor. | Guillermo Esteban

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Esta es la historia de amistad entre un fotógrafo y un artista. Entre Toni Catany y Miquel Barceló, quien propuso al primero que retratase las cerámicas en las que estaba trabajando, en diciembre de 2010. Durante dos meses, el fotógrafo acudió al domicilio del artista, en Vilafranca de Bonany, para inmortalizar sus creaciones. Ahora, una exposición recoge el resultado de aquellas imágenes en el Claustre de Sant Bonaventura de Llucmajor, localidad natal del fotógrafo. Toni Catany. Ceràmiques de Miquel Barceló se inaugurará el 28 de septiembre, a las 20.00.

«Las imágenes que hizo Toni establecieron un diálogo, fructífero a partir de dos personalidades muy fuertes, entre la obra de Barceló y la suya, que en aquel momento estaba trabajando en su última serie creativa», explica Toni Garau, director de la Fundació Toni Catany y comisario de la exposición.

Precisamente, en Altars profans, que se exhibe en el Centre Sa Nostra de Palma, el fotógrafo revisa su vida a través de los objetos que ha ido atesorando. Son fruto de las cosas que más le agradaban. De Llucmajor, Etiopía, la India o Nueva Zelanda. «En este caso son los otros Altars profans a partir de las cerámicas de Miquel Barceló».

Son 11 piezas de cerámica confrontadas con las fotografías de Toni Catany (Llucmajor, 1942-Barcelona, 2013). La exposición se complementa con la presentación de un catálogo.