Doce sesiones nocturnas sustituirán a las correspondientes que, los seis primeros domingos de cada mes, entre octubre y marzo, eran hasta ahora gratuitos. | Reuters

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El Museo del Louvre, el más visitado del mundo, comenzará a ofrecer visitas nocturnas gratuitas el primer sábado de cada mes a partir del próximo 5 de enero, confirmó a Efe una portavoz de esta institución.

Se trata, añadió la misma fuente, de «democratizar» esta gran galería de arte, que abrirá el ala Denon, donde se encuentran «La Gioconda» de Leonardo Da Vinci y otras obras maestras, y el ala Sully, centrada en el Antiguo Egipcio y Grecia.

Ambas se podrán visitar gratis entre las 18.00 horas (cuando el Museo del Louvre cierra sus puertas en horario invernal) y las 21.45.

El ala Richelieu, con esculturas francesas, pinturas flamencas y otras muestras históricas, será accesible sólo mediante reserva.

Esas doce sesiones nocturnas sustituirán a las correspondientes que, los seis primeros domingos de cada mes, entre octubre y marzo, eran hasta ahora gratuitos. El museo abrirá desde el año próximo esos días «con las tarifas normales», detalló el Louvre en una nota.

Se abandona de esa forma la que había sido su fórmula para captar un público local no habitual porque en la práctica no se consiguió atraer a las clases populares sino a más grupos turísticos.

«El Louvre -indicó la portavoz- quiere así ofrecer a los visitantes de las cercanías, a los de región parisina, a los jóvenes, a familias con adolescentes así como a los que vienen por primera vez, una visita que responda a sus necesidades y deseos».

Según el diario «Le Parisien», el museo ha recibido más de diez millones de visitantes en lo que llevamos de 2018 después de haber alcanzado un récord de 9,7 millones en 2012 y sufrir una fuerte caída, hasta los 7,1 millones, en 2016, tras la ola de atentados yihadistas en París y en otros puntos de Francia.

De los que han pasado por allí este año, cerca de un millón han sido estadounidenses y unos 800.000 chinos.

El presidente del Louvre, Jean-Luc Martinez, consideró en «Le Parisien» que existen «frenos» para una parte del público potencial, como las largas colas de espera o la inmensidad del museo, al que le falta señalización.