La figura de Elena Francis, cuyo consultorio se emitió en España entre 1947 y 1984, fue un fenómeno de primer orden en el país. El descubrimiento de la inexistencia del personaje, creada entre guionistas y locutoras causó conmoción, pero más allá de eso otro elemento destacable es que sus respuestas a las cartas de las oyentes seguían los preceptos morales y de conducta del régimen franquista. Como señala Maria Rotger, de la compañía Disperses, «lo que hacían era ponerle el pie encima a sus seguidores, en lugar de ayudarles». Así nace Radiofémina, un espectáculo que une teatro, danza y cine en el que tres influencers del siglo XXI le dan la vuelta a las intenciones del famoso consultorio. Este viernes, a las 19.30 horas, habrá una oportunidad de verlo en el edificio Guillem Cifre de la UIB.
A Rotger, la dramaturga y directora, se unen Mònica Fiol, en la coreografía, y Marian Villalta, quien propuso la idea y la documentación. Sobre el escenario, cada una es una influencer que pretende «ayudar a sus seguidores» tras descubrir que sus «abuelas escribieron a Elena Francis pensando que las ayudarían». Para Rotger, el personaje de Francis era «como una influencer de su época, al fin y al cabo», jugando con ese paralelismo en la obra.
Respuestas
De este modo, si al consultorio de Francis llegaba una carta pidiendo consejo de alguien queriendo ser diseñadora, por ejemplo, la respuesta era «que tenía que dejar esas cosas, casarse y tener hijos. Sus ilusiones se iban al traste».
Por esta razón, las protagonistas contraponen a Francis «mujeres que sufrieron mucho, pero ayudaron a otras» y que «fueron importantes en la historia de Mallorca» como «Aurora Picornell, George Sand y Clara Hammerl».
Todo ello en un «espectáculo» en el que cine, a través de cortos, teatro y danza se dan la mano. Con bajo presupuesto, pero «con una historia que tiene fuerza en sí misma», porque como señala Rotger: «Si tienes algo que contar, cuéntalo».
Algunos de los cortos, de hecho, fueron premiados en festivales de Los Ángeles o Roma, galardonando «la sensibilidad para presentar a la mujer a través de la historia».
Todo, como no puede ser de otra manera, en clave feminista. Para Rotger, es necesario «seguir reivindicando cuando seguimos hablando del tema como si no se entendiera», algo que salta a la vista con ataques como el recibido por el busto de Picornell en El Molinar. La cosa es simple: «El feminismo no es supremacismo, solo igualdad de derechos y obligaciones de hombres y mujeres. Por eso, para mí solo hay gente normal o machistas».
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Georges Sand sólo pasó unos meses en Valldemossa, pero, al parecer, dan mucho juego, llegando a cierta "recuperación".