El cineasta Agustí Villaronga durante la entrevista con este periódico ante la Seu.  | M. À. Cañellas

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Llega especialmente ilusionado al Atlàntida Mallorca Film Fest, «me siento como en casa». Lo confiesa un Agustí Villaronga (Palma, 1953) que está arrasando con su última película, El ventre del mar, cinta que triunfó en el Festival de Málaga con un récord de seis galardones, así como en el prestigioso Festival de Moscú o en el de Róterdam. Anoche, el reconocido cineasta mallorquín alzó el telón del Atlàntida con esta película rodada durante la pandemia, con muy poco presupuesto y un equipo reducido. Basada en un texto de Alessandro Baricco, narra el naufragio de la fragata Alliance, de la Marina francesa, en 1816; aunque en realidad, la cinta es una reflexión sobre los naufragios de nuestro tiempo.

Inaugura el Atlàntida en su casa, Mallorca. ¿Le hace especial ilusión?

—Me hace muchísima ilusión. Primero, por el festival, que me gusta muchísimo cómo es y cómo va creciendo, y segundo, porque El ventre del mar es muy mallorquina. Es un gusto que coincidan estas dos cosas.

La película se rodó después del confinamiento, ¿cuáles eran sus expectativas?

—Simplemente rodar, que no se parasen las cosas. El ventre del mar iba a ser una obra de teatro y eso en ese contexto era imposible, de hecho se aplazó un montaje que tenía en el Teatre Principal de Palma. De repente pensé: ‘¿Y si hacemos una película?'. Hable con los productores, Cesc Mulet y Javier Pérez Santana, y lo llevamos a cabo. La expectativa era pequeña, teníamos muy poco presupuesto, el equipo era reducido, aunque el rodaje fue una maravilla, es uno de los más bonitos que recuerdo. Fue corto, que eso siempre se agradece. Seguramente, sin la pandemia no existiría la película.

Dice que fue el más bonito, ¿también el más duro o complicado?

—No lo fue, aunque quizá así, pero la sensación era otra. Afrontábamos cada día con mucha ilusión, nos gusta el trabajo y trabajar, nos lo pasamos muy bien, pese a que en algunos momentos el equipo sudara tinta china. Fue un rodaje libre, casero, independiente a criterios de plataformas, distribuidoras, televisiones... Ha sido una sorpresa que el filme haya destacado tanto.

¿Cómo le ha cambiado la pandemia?

—La pandemia te hace cambiar, parece que tienes que tragarte la vida así como es, es un toque de atención externo importante, pero yo dije: ‘Será así si me da la gana'. Hay tres cosas que nos cambian la vida: pandemias, guerras y hambrunas, y nos ha tocado una pandemia que está más o menos controlada, podría haber sido mucho peor. Muchas veces, en la vida actuamos con prepotencia como humanos y no hay que ser así. Yo soy muy positivo, pero creo que nadie es el centro del universo.

¿Qué le atrajo del texto original de Alessandro Baricco?

—La manera de enfrentarse a la supervivencia. Me gustó muchísimo que tocase un tema tan duro y que lo hiciera de forma tan poética, eso me atrajo.

Podría ser una reflexión sobre los naufragios de la vida. Podemos mirar a los migrantes del Mediterráneo o lo que está ocurriendo en Cuba ahora.

—Los naufragios pueden ser de muchas maneras, con agua y sin agua. Es una guerra de supervivencia. El drama del Mediterráneo ocurre cada día, y es un drama que todos conocemos, y Cuba... Tengo mucha relación con Cuba, conozco el país y a veces no sé cómo aguantan tanto. Son personas que quieren comer, con las que el COVID se está cebando mucho y quieren tirar hacia adelante de una manera u otra. También es un naufragio, la gente se está ahogando.

¿Cómo está viviendo el éxito en los festivales?

—El premio de la crítica en el Festival de Moscú fue muy importante, nos fuimos la mar de contentos, igual que de Róterdam. Lo de Málaga fue más grande a nivel nacional, te da mucha difusión. Nos presentamos en Málaga aspirando al premio gordo, el de mejor película, pero no esperábamos ganar seis ‘biznagas'. Eso da a conocer una película, y eso es lo más importante, que se sepa que existe. Eso te facilita el trabajo de promoción. El miércoles [por mañana] vamos a otro festival en Rumanía.

¿Piensa ya en los Goya?

—Claro. Yo creo que en los Premis Gaudí tenemos posibilidades, y en los Goya espero que también;aunque en este momento se le tiene tanta manía a los catalanes que no sé qué puede pasar. Pa negre [que arrasó en 2011 con nueve galardones] llegó en un momento diferente. Ahora, en España no se le tiene demasiado cariño a todo lo que huela a Catalunya, aunque igual me equivoco.

La película se estrenará en Filmin. ¿Cómo se lleva con las plataformas?

—Yo me adapté muy rápido, lo veo perfecto. Agradezco que puedas ver una película cuando quieras, porque a veces no puedes ir tanto al cine, pero a mí me gusta mucho verlas en pantalla grande.

¿Trabaja en nuevos proyectos?

—Estoy trabajando en tres series, de las que estamos hablando con plataformas, y una película, mi primera comedia. Queremos rodarla después del verano.