El mundo del arte y la cultura de Mallorca ha perdido a uno de sus nombres más longevos y queridos. La luz de Cándido Ballester (Palma, 1926) se apagó la madrugada de este martes a la edad de 96 años, dejando un gran legado desde que comenzase a trazar sus creaciones a una edad muy temprana, en su adolescencia, hasta sus últimos días, tal y como explicó hace un año a este diario: «Los placeres del arte en este momento de mi vida se manifiestan cuando vuelvo a recordar los comienzos en mi trayectoria como pintor, cuando evoco el ímpetu inicial de los tiempos en que la ilusión y la fuerza eran tan potentes que todo era posible».
De formación autodidacta, Cándido Ballester exploró y abrazó durante su larga trayectoria el surrealismo y el expresionismo en su vasta obra. Abordó múltiples temáticas, aunque la figura del hombre y la condición humana coparon buena parte de su producción.
Aunque Ballester nació en Palma, con tan solo cuatro años se trasladó a Argentina con sus padres. En su etapa como estudiante, el pintor y dibujante se decantó por la carrera de Ingeniería Aeronáutica y, durante esos años académicos, empieza a escribir obras de teatro y a dibujar. De hecho, tal era su pasión por la literatura y las artes que poco antes de terminar la carrera decide abandonar estos estudios y dedicarse plenamente a su faceta artística.
En este sentido, algunas de sus obras de teatro fueron estrenadas entre los años 50 y 60 en Buenos Aires. Después, ya a mediados de esa última década, Ballester tomó la decisión de dedicarse de lleno al mundo de la pintura mediante formación autodidacta.
También en esos años, concretamente en 1955, el artista contrajo matrimonio con María Josefina Espil Bontempo, una unión de la que nacieron tres hijas: Graciela Carmen, Marcela Silvia y María Isabel. Después, en 1978 regresó a Mallorca para instalarse en la Isla de manera definitiva.
En la primera etapa artística de Ballester se detecta una inspiración de carácter onírico, con claras influencias surrealistas. Progresivamente estos contenidos dieron paso a una figuración de marcado acento expresionista. Los contornos de sus personajes eran recortados de una manera contundente a la vez que los colocaba dentro de complejas tramas arquitectónicas con las que resaltaba el carácter existencial y traumático de la vida. El collage ha sido también uno de los recursos que ha incorporado a menudo a su trabajo, en el que el hombre es protagonista. Esos elementos le permitieron ofrecer una reflexión pictórica en torno a la condición humana.
Reconocido con numerosos galardones, como el Primer Premio de Dibujo Salón de Otoño del Círculo de Bellas Artes de Palma 1979), el Premi Guillem Cifre de Colonya de Pollença (1981) o el Premio de Pintura de la Fundación Barceló (1993), la obra de Cándido Ballester se ha expuesto en galerías de Mallorca –en espacios como la Dionís Bernnàssar, la Vanrell o Danús– y de ciudades extranjeras como Buenos Aires o Nueva York, cuando formó parte de una exhibición en Jaditte Galleries. Su obra, además, se puede ver de manera permanente en el Museu d'Art Contemporani Can Planes de sa Pobla, así como en otras colecciones.
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