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Las fronteras, los muros, los flujos migratorios y, en general, todas las «tramas de poder que fomentan la alienación y la explotación de los trabajadores» son los temas que más interesan a Santiago Sierra (Madrid, 1966). «Hay gente que en el arte le gusta enseñar lo que le gusta, lo que le da placer. A mí, en cambio, me gusta enseñar lo que desprecio. Mi obra se construye sobre lo que no quiero», asegura el autor, que participa en el Cool Days Festival de Artà.

Este jueves 12 de mayo, a las 20.30 horas, inaugura en la Plaça del Conqueridor una instalación concebida para la ocasión que utiliza 171 depósitos cúbicos estándar GRC/IBC de 1.000 litros para construir un muro modular de tres alturas cuyo interior contiene 171.000 litros de agua recogida en el Mediterráneo. Una gran barrera que, durante prácticamente una semana, dividirá el pueblo en dos partes diferenciadas. El acto contará con la participación de Ángeles Sjchaer, voluntaria y coordinadora pedagógica de Open Arms. Asimismo, el próximo sábado 14, a las 18.30, proyectarán en el Teatre d’Artà una selección de proyectos realizados entre 2016 y 2021: El bebedero (2016), 10 Euros (2017), 333 M (2018), 126 fotografías de dientes de migrantes en Tijuana (2019) y Bandera nacional sumergida en sangre (2021). Ambas actividades están comisariadas por Fernando Gómez de la Cuesta.

Barreras

Sobre la instalación, Sierra detalla que «se enmarca en mi trabajo sobre las fronteras y el ideario libertario». «Me parece escandaloso que existan barreras, que uno no pueda ir donde le dé la gana o que un accidente geográfico se convierta en un muro. Es algo que veo en muchos lugares, en Río Bravo, por ejemplo, entre México y Estados Unidos, pero que podríamos aplicar aquí en el Mediterráneo, que se ha transformado en un cementerio», denuncia, a la vez que lamenta que «ahora mismo en la agenda mediática solo está el coronavirus y la guerra de Ucrania». «He vivido en México doce años; Ciudad de México es como mi segunda casa. Es un país en el que es más fácil morir asesinado que en cualquier zona de guerra y hay una crisis migratoria brutal. Pero todo eso no se cuenta, no existe», insiste.

Provocador

El arte de Sierra se suele considerar, por parte de crítica y público, polémico e incluso provocador. Sobre estos calificativos, el creador puntualiza que «todo lo que para mí tiene un mínimo de interés es polémico». Refiriéndose al ya célebre ninot de Felipe VI que creó junto a Eugenio Merino –que también participa en este Cool Days– y que protagonizó la edición de Arco de 2019, asegura: «Cómo no vas a quemar al Rey, si está ahí para ser quemado. Es lo único que se me ocurre hacer con esa figura histórica, que impone una tradición por la cual no importa tu esfuerzo personal sino dónde has nacido. A mí se me antoja algo natural, hermoso, obvio, claro. Para cierto tipo de gente que existamos es polémico. Les gustaría que hubiera un mundo donde solo hubiera fachas aplaudiendo a todas las chorradas que dicen en televisión. Pues existimos, y tenemos otra opinión», declara.

El coleccionista que adquiriera la pieza, por un valor de 200.000 euros, se comprometía a quemarla antes de un año. Al final, al no tener comprador, ellos mismos lo llevaron a cabo el 12 de octubre de 2020, Día de la Fiesta Nacional, en una calle de Berga (Barcelona), el único municipio que se lo permitió, gobernado por la CUP.

Ya en 2018, la Feria Arco de Madrid retiró su serie fotográfica Presos políticos en la España contemporánea que, por cierto, se exhibió en junio de ese mismo año en la Plaza España de Palma. «En este caso me salió bien la jugada. Era un tema que se hablaba en corrillos muy particulares y, desde entonces, se habló en todo el Estado. Incluso inventaron ese término chistoso de ‘políticos presos’ para evitar decir ‘presos políticos’.

Pero, señala que «a partir de cierto momento fueron directamente a por mí. Cuando hice lo del Rey ya fue una cuestión de Estado. Incluso salió el mismo director de Arco en los medios diciendo que no comprasen eso porque era un timo. Y ahora, la primera pieza que hago desde la pandemia, que consistía en registrar las colas del hambre que se produjeron en Madrid durante la Covid, algo que no sucedía desde la posguerra, de repente los medios sacan la noticia que dice ‘Santiago Sierra se forra con las colas del hambre’».

Museo Reina Sofía

En esta misma línea, Sierra se queja de «la notable ausencia de mi trabajo en el Museo Reina Sofía de Madrid». «No tengo la culpa de que se llame así y, de hecho, creo que es un error. Una vez que alguien le pone un nombre tan absurdo a un museo tiene que cumplir con ello. No vas a meter a gente republicana en un museo que tiene como motivo alabar a la monarquía. Ya es bastante humillante exhibir allí el Guernica que es el gran símbolo de la República. Creo que para el Reina Sofía está bien que sea un contenido muy político pero alejado en el tiempo y en el espacio, no el presente. Les da igual el presente. En España hay museos de la amnesia, no de la memoria», afirma.

«Hace unos años, en Madrid, escuché a dos obreros hablando sobre el Reina Sofía. Uno español explicaba a otro que parecía latinoamericano lo que era este museo. Le dijo: 'Eso lo ponen para que los turistas no estén todo el día pedos'. ¿Ese es el arte que estamos haciendo? ¿Para que el turista no ande todo el día por la calle, para que vea el arte del espectáculo? ¿O lo queremos usar como herramienta, como arma revolucionaria, de cambio? Me gusta hacer todo lo contrario al happy end, romper con las expectativas, decepcionar, jugar... No dar por sentado que somos entretenimiento. No me gusta que el arte sea parte de la industria del entretenimiento», concluye.