Antoni Noguera durante un instante de la entrevista. | M. À. Cañellas

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Antoni Noguera (Palma, 1979) ha sido y es una de las caras más visibles de la política municipal de Palma. Coordinador general de Més per Mallorca hasta 2021 y alcalde de Palma entre 2017 y 2019, desde entonces ocupa la regiduría de Cultura i Benestar Social de Cort, desde la cual ha promovido proyectos que buscan «dinamizar y descentralizar» la ciudad acercando la cultura a sus residentes. Tras más de una década en política, Noguera encara el final del que será su último mandato desde el consistorio para «dedicarme a otros proyectos» y de cara a 2023 aspira a dejar el cargo con las bases asentadas «del proyecto de ciudad que queremos para los próximos 15 o 20 años».

Está siendo una legislatura difícil debido, principalmente, a la pandemia, ¿cómo se plantearon navegar la situación desde su regiduría?

—La cultura por sí sola es un sector muy vulnerable y la pandemia lo agravó. Planteamos un plan de choque de ayuda al sector y redefinir los objetivos. Quisimos que la accesibilidad a la cultura fuera una parte importantísima y entenderla como un ecosistema y como un proyecto común. Uno de los ejemplos de esto es Can Ribes, un espacio de circo en un barrio vulnerable donde la cultura tiene un papel fundamental en la transformación social. Sobre todo en estos momentos, cuando hay ciertas opciones políticas que optan por la demagogia y el prejuicio estereotipado.

Ha hablado mucho de la cultura como eje de transformación y dinamización, ¿cómo se traduce esto?

—Creo que hay una cuestión fundamental. Palma es una ciudad históricamente de exhibición cultural y ponemos las bases para que sea una de creación. De ahí los proyectos de Can Ribes, las salas de ensayo o la Antiga Presó, o centros como la biblioteca de Pere Garau, que será a partir de julio, cuando abra, un espacio comunitario de proyectos donde trabajar con la gente desde que son niños en proyectos interculturales. Esta es la gran palanca de cambio, pasar de la exhibición a la creación.

Esos proyectos precisamente se han arrastrado durante mucho tiempo, incluso desde la legislatura pasada en el caso de Sa Presó, ¿cuándo serán una realidad?

—Cuando piensas que Can Ribes llevaba cerrado desde 1962 no parece que se hayan alargado tanto. Son proyectos complejos que tienen que ver con Patrimoni y necesitan de una inversión. Hemos conseguido arrancarlos y con Sa Presó la idea es empezar las obras antes de acabar la legislatura. Es complicado porque es un entorno grande, más de 9.000 metros, y hay una gran planificación para dar un uso a un espacio que estaba cerrado.


¿Teme que esos proyectos culturales estén condenados sin un cambio en el modelo económico y social tan dependiente del turismo?

—Como Ajuntament es evidente que no tenemos un poder de decisión en el cambio de modelo económico, pero sí podemos facilitar formas de plantear esa economía. Lo que hacemos es para que la cultura sea una forma de generar economía, como el proyecto Ramon Llull 2030 en el Nou Llevant, donde la cultura será un pilar fundamental.

Hablando del Nou Llevant, ¿qué se plantea para evitar que sea otro proceso más de gentrificación?

—Nou Llevant surge de la necesidad de generar puestos de trabajo cualificados dentro de la ciudad. Los grandes generadores están en la Via Cintura como Son Espases, la UIB, el Parc Bit, y obligan a coger el coche. Planteamos un espacio dentro de la ciudad que genere trabajo a través de una economía verde vinculada a las energías limpias donde investigación, cultura y creatividad sean imprescindibles. La posible gentrificación se combate con inversión pública, con equipos que tengan diálogo con el barrio y con VPO de alquiler para que la gente de nuestra ciudad pueda vivir allí. Es buscar ese equilibrio.

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Antoni Noguera dejará la política al final de esta legislatura.

El barrio de Son Gotleu es uno de los más abandonados tanto a nivel social como cultural, ¿es la gran asignatura pendiente de Cort?

—Quiero decir que es un barrio que he conocido toda mi vida. Yo viví en Pere Garau e iba caminando a SantJosep Obrer, por lo que pasaba a diario y lo conozco en primera persona. Hay una mesa de entidades que trabaja los temas comunitarios y una biblioteca con un trabajo intenso. Es un trabajo que se ha de hacer diariamente y a nivel cultural hacemos planteamientos para que haya una descentralización y culturizar y conquistar barrios de Palma. Son Gotleu es uno de ellos.

¿Qué opina de la posible llegada de PP y Vox al poder en Palma?

—Hemos de combatir la ignorancia, el prejuicio y los ismos que acompañan a la extrema derecha. Por ello, la educación y la cultura son predominantes frente a la barbarie. Creo que Palma es una ciudad muy inteligente para saber que si la extrema derecha gobierna con el PP habrá un retroceso en derechos y en modelo de ciudad, y nos hará retroceder 40 años.

¿Hay alguna línea roja que Més no deba pasar e impida un gobierno de izquierdas y permita uno con la extrema derecha?

—Es evidente que desde Més nunca contribuiremos a que gobierne la derecha, pero el PSOE ha de tener claro que para gobernar una ciudad con futuro incierto hay que ser valiente. Hay líneas verdes que no abandonaremos. Nos ha costado mucho sacar la prohibición del alquiler turístico o poner barreras a los cruceros. La valentía de las políticas de izquierdas es algo inherente a ese pacto de gobierno.

¿Qué le hace abandonar la política?

—Creo que un proyecto tiene un principio y un final. He impulsado cambios importantes como la transformación del Passeig Marítim y creo que es un buen final de unos proyectos que seguirán su curso, pero 12 años de municipalismo son intensos. Tengo ganas de otros proyectos no vinculados a la política.

¿De qué está orgulloso de estos años?

—Haber dibujado el proyecto de ciudad para los próximos 15 o 20 años. Palma es una ciudad preciosa, pero le ha faltado planificación para ser más moderna y europea.

¿Y de qué se arrepiente?

—La falta de agilidad de la Administración porque hay proyectos que impulsas, pero hasta que salgan se alargan mucho.

¿Cambiará su relación con la ciudad una vez deje la vida pública?

—Será satisfactorio pasear por Palma y ver que los proyectos que hemos impulsado son realidades y que has contribuido a que tu ciudad haya avanzado culturalmente. La política me ha enseñado que si no gobiernas no transformas. Esa es la gran diferencia.

Punto de vista
Nacho Jiménez

Buenas intenciones, pero sin autocrítica

Nacho Jiménez

Cuando Antoni Noguera aterrizó en al área de Cultura de Cort, la esperanza de un cambio real le acompañaba. Muchos proyectos, políticas de izquierdas y verdes, haciendo énfasis en la materia gris de la ciudad para convertirla en una urbe más amable y culta. Tres años después y a tan solo uno de las elecciones municipales, poco ha cambiado en el panorama cultural. Y no por falta de voluntad, la burocracia administrativa no ayuda. Habrá que esperar a ver si, por fin, todo lo prometido se hace realidad, porque de buenas intenciones no se vive.