Esa experiencia, apunta, casa mucho con la idea de la exposición, que reflexiona sobre «la energía creadora matricial» y que ha dedicado a la memoria de su madre. «Quantum proviene de la física cuántica y hace referencia a la durabilidad del tiempo. En este Quantum se dan todas las unidades del tiempo posible: pasado, presente y futuro. Son conexiones que desprendemos y nos envuelven pero que son invisibles a la mirada. El mundo contemporáneo tiende a la imagen de los hechos, pero no todo lo que existe es perceptible a través del ojo. Hay todo un mundo de energías y de vínculos entre tiempos que se encuentran en la mirada del corazón. Uno puede hacer el ejercicio de recordar y los recuerdos afloran cuando menos te lo esperas y nos dan pistas de lo que es la realidad», expresa.
Energía
De esta manera, las piezas –que asegura que ni siquiera ha contado, pues «no es una enumeración sino una narración»– están inspiradas en la voluntad de «evocar la energía creadora matricial que nos conecta con las sociedades ancestrales». Son obras, todas ellas de gran formato y creadas con pigmentos naturales, que han nacido de la acción de parar el tiempo para llevar a cabo una «autoobservación interna de las imágenes» que surgen en un estado contemplativo, rehuyendo así de la «vida productiva» a la que nos vemos involucrados. «La sociedad occidental nos aboca a la actividad, que es algo externo, pero es necesario responsabilizarnos con la sociedad que creamos. Y por ello es necesario hacer una introspección. La energía femenina ha estado siempre excluida y estigmatizada durante toda la historia de la cultura occidental y es urgente dar pie a crear desde una visión más espiritual», insiste.
Y volviendo a esa vivencia tan reveladora del pájaro, la artista avanza que en la segunda planta de la Horrach Moyà habrá una serie de obras de tonos azules «aterciopelados» que tienen esas reminiscencias de la noche estrellada. «Los sueños son como restos o residuos de nuestro día a día productivo, pero conforman conexiones muy libres y creadoras. Establecen relaciones que no esperamos y cuyas sensaciones a menudo llevamos impregnadas en el cuerpo durante todo el día». El proyecto, detalla, se puede entender como un «action paiting», con trazos intuitivos y confesionales realizados con efectos aleatorios sobre el lienzo. «Siempre me he cuestionado mucho la pintura. Para mí, Quantum es una síntesis de mi práctica artística. Todos estos años he intentado romper con los patrones rígidos, con todas las experiencias que he ofrecido con mi trabajo de plasticidad de la vida, con nuestros personajes y voces internas. Aquí el espectador no se encontrará con una mera exposición de pintura para contemplar, sino que se verá abocado a la narración de su propia historia mientras recorre estas espirales en el lienzo», asegura. «He tenido diferentes momentos con la pintura y, cuando esta me ha venido a buscar, casi siempre me ha encontrado en silencio. Considero que la pintura necesita ser dormida, requiere silencio, no hay que instrumentalizarla demasiado», concluye.
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