La escritora y periodista Eva Piquer en la Llibreria Lluna de Palma. | Pere Bota

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Desde que en 2002 ganara el prestigioso Premi Josep Pla por Una victòria diferent (Destino), Eva Piquer (Barcelona, 1969) no había publicado ninguna novela. Sin embargo, ha seguido muy activa en el panorama literario con Catorze, medio digital cultural que fundó en 2014 y que también dirige, además de impartir talleres de escritura. Ahora, con nuevo libro bajo el brazo, Aterratge (Club Editor), la escritora y periodista regresa a la Llibreria Lluna de Palma para conversar con Rosa Bonnín sobre este título –será este miércoles por la tarde, a las 19.00 horas– y para el curso Escriure per pensar.

Llama la atención la brevedad de la biografía que aparece en el libro, donde sólo indica año y lugar de nacimiento; menciona la fundación de Catorze y que le gusta leer, escribir y nadar. ¿Es una declaración de intenciones?
Aterratge habla de un renacimiento y me apetecía no explicar nada de mi vida anterior. Cuando tienes una edad como la mía, has hecho tantas cosas que no caben todas en una solapa. Prefería hacer ver que empezaba desde cero.

Hacía más de dos décadas que no publicaba una novela y precisamente la anterior le valió el Premi Josep Pla. ¿Le infundía respeto, romper ese silencio?
—Me dedico por trabajo a hablar de los libros de los demás y me compensa poco saltar al otro lado. No tenía ninguna prisa por volver a ponerme bajo los focos. En los últimos veinte años he publicado una docena de libros, pero he huido expresamente de publicar una novela, puede que sea porque es el género que más me gusta y que más respeto me infunde respeto. En 1971, en una conferencia sobre los silencios literarios femeninos, la autora norteamericana Tillie Olsen constató que cuesta mucho convertirse en escritora. Hace falta luchar con las circunstancias personales, con el tiempo insuficiente, con la convicción frágil que tienes algo que decir y derecho a decirla. La idea de que la experiencia femenina y la literatura hecha por autoras es menor tampoco ayuda nada. El discurso dominante está encaminado a minar la autoestima de las mujeres que desean escribir, a hacerles perder aspiraciones y confianza. Leí estas palabras de Olsen medio siglo después de que fueran pronunciadas y me resonaron del todo. Hasta que un día me encontré en plena intemperie moral y supe que sólo me reharía si recuperaba la ambición de escribir novelas.

La novela se articula a partir de planos diferentes que tienen en común, como símbolos o metáforas, el avión, el accidente y, en definitiva, la idea de aterrizaje. ¿Cómo surgió la idea de construirla de esta manera?
—Quería escribir una historia sobre supervivencia. Tenía la idea de que mi supervivencia pasaba por escribir un libro sobre supervivencia. Aterratge es la historia de un aterrizaje literal y de un aterrizaje emocional. De la construcción después de la destrucción, del renacimiento después de la catástrofe. Una historia sobre cómo nos la apañamos para sobrevivir a las catástrofes.

Reconoce que con la historia de Gregory Fletcher se montó un juego de espejos que «me persigue y me condiciona». ¿De dónde surgió el interés por su relato?
—Me obsesioné con los accidentes en los que no muere nadie. Sabemos más cosas de los accidentes con muertos, como es el caso del Titanic, el Challenger, el Concorde o Germanwings, que de los accidentes en los que todos sobreviven para explicarlo. Cuando supe que había un avión que había caído en Islandia en 1973 y que todavía se encontraba en el mismo lugar en el que cayó, la metáfora se me hizo evidente. Ya tenía proyecto literario.

La supervivencia y la culpa van muy ligadas; la culpa de seguir a pesar de todo. ¿Cree que alguna vez puede desaparecer ese sentimiento?
—La culpa del superviviente es una hecho. De todas maneras, yo tiendo a cargar las culpas por todo, cargo muchas que no me corresponden.

‘Tot Allò', ‘abans i després de' son maneras de referirse a su ‘accidente'. Algún lector podría pensar que lo hace así para evitar mencionarlo, pero creo que es precisamente para intentar recogerlo mejor.
—Es que no es un accidente: es mucho más que eso. La narradora habla de Tot Allò para referirse a una cosa inalcanzable, inexplicable. Me pareció que no tenía sentido concretarlo ni ponerle un nombre.

Aterratge confirma que no sabemos consolar a quien tenemos cerca y que está sufriendo, pasando un duelo.
—Tendemos a huir del dolor de los demás y nos cuesta encontrar la distancia correcta con la gente que ha estado tocada por la desgracia. Cuando sufres una catástrofe, los amigos te esquivan o desaparecen, porque no saben cómo tratarte. Nos da miedo que la desgracia se contagie.

Es interesante lo que dice la narradora: «Idealitzem ls morts i maltractem els vius».
—Sobrevivir no es nada fácil. Como dice la narradora: «Morir-se és una putada, però no te n'assabentes».

Llama la atención la perseverancia de Gregory que, a pesar de haber podido morir en el accidente de avión, quiere seguir pilotando.
—No tenemos más remedio que continuar. Continuar volando, en el caso de Gregory. Continuar viviendo. Continuar escribiendo.

«Ni viatjar ni beure. El truc més eficaç que conec per escapar del brogit del món passa per llegir i escriure». ¿Son estas prácticas como un refugio del mundo? ¿Puede sanar, la literatura?
—La narradora de Aterratge se apoya en los libros que lee, porque es alguien que vive entre libros y a través de los libros. La novela es también una especie de dietario de las lecturas que la ayudan a aterrizar en el mundo de los vivos. La literatura te puede servir para evadirte de la realidad, pero también para regresar a ella.

El taller se titula Escriure per pensar. Es curioso, mucha gente puede creer que es antes de escribir que se tiene que pensar, y mucho.
—También hay quien no sabe qué piensa hasta que lo escribe. Son dos maneras de afrontar la escritura, y el taller va dirigido tanto a los que piensan para escribir como a los que escriben para pensar.

¿Qué es necesario para que una persona quiera ponerse a escribir?
—Que tenga cosas por decir y que tenga ganas de decirlas de la mejor manera posible.

Cree que todo el mundo tiene algo que decir, que merezca ser compartido? Con la cantidad de libros que se publican cuesta de creer que todos puedan resultar interesantes.
—Todo el mundo puede querer escribir, pero una cosa es escribir y otra es publicar. Tengo clarísimo que se publica demasiado. En este sentido, estoy contentísima de que Aterratge se haya publicado en un sello de tanto prestigio como Club Editor. Y en castellano la ha publicado otra editorial pequeña que hace muy buen trabajo: Tránsito.