Vista general del concierto de The Chemical Brothers, en la que se aprecia las miles de personas congregadas frente al escenario este sábado. | Laura Becerra

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El mundo cabe en un festival. Con un cartel cosmopolita y transversal, Mallorca Live subrayó su vocación internacional reuniendo a 65.000 personas en sus tres días, según fuentes oficiales. Cifras que le alistan entre la distinguida élite estatal. La jornada de clausura nos dejó algunas imágenes para el archivo: ese mar de cabezas vibrando con 'Hey Boy, Hey Girl', una de las soflamas insomnes de The Chemical Brothers, concebida antes de que muchos de los presentes hubiesen nacido. Menuda lección de historia. Y es que ser moderno ya no es lo que era. El acelerado dúo de Manchester hace gala de un entusiasmo y energía inusuales en artistas veteranos. Pero, comencemos por el principio.

Aún es de día y la adrenalina parece adueñarse del escenario más madrugador al compás de los sonidos de Xanguito, fervientes embajadores del mestizaje más angular. Su concierto va de un extremo al otro, de la intimidad a la fuerza de los platillos que, en cada golpe, elevan la potencia del sonido. Black Sea Deluge, Nita y LVL1 desgranan sus propuestas en paralelo, mientras la Fundación Francisco Frankenstein asoma por el escenario menos madrugador. Apenas pasan unos minutos de las 19.00 y ya han desfilado cuatro artistas.

Concierto de Xanguito. Foto: L. Becerra.

Dimensión

Si la promoción de la vida y pensamiento, en su dimensión humana, militar y política, impulsaban a la Fundación Francisco Franco, sus 'casi' tocayos tienen una visión más relajada y cachonda de la vida. Sí, amigos, la Fundación Francisco Frankenstein entrelaza diferentes paisajes del rock con sutileza y algún que otro cimbronazo de distorsión. Nada que no hayan hecho antes The Stooges, los Ramones o, por estos pagos, Siniestro Total y Los Nikis. Pero los mallorquines nunca se propusieron inventar la rueda, tan sólo disfrutan haciéndola girar. Y uno tan solo puede regocijarse con su excitante propuesta, que abocaría a un frenético baile de San Vito al mismísimo ‘Paquito'.

Fundación Francisco Frankenstein en el Mallorca Live. Foto: L. Becerra.

Mientras Viva Suecia toma el escenario, el flamenco techno de La Plazuela apura sus últimos cartuchos. Le seguirá el dúo compostelano Blanco Palamera, cuyo pop suave, satinado y luminoso conforma una entelequia sonora con despuntes de r&b que invita a soñar. Entretanto miden sus propuestas The Reytons (qué potencia la de los británicos!), La Prohibida y Algora e Irenegarry. Antes que ellos lo hicieron Putilatex, Mueveloreina, Aina Losange y Le Nais. De nuevo con Viva Suecia, su directo me despierta una sensación a déjà vu, a cena recalentada, por mucho que los murcianos permanezcan en un saludable estado de forma y su repertorio equilibre pasado y presente.

Viva Suecia durante el Mallorca Live. Foto: L. Becerra.

Reguetón, rap, cumbia, y reggae acompañaban la puesta en escena de los colombianos Bomba Estéreo. Su música gravita obsesivamente ciertos paisajes y ritmos, pero eso no importa a sus seguidores, que perrean como si no existiera el mañana. Y quizá no exista. Al menos para un servidor después de tres noches de 'batalla'.

La fiesta seguía de la mano de !!! (Chk Chk Chk), los californianos desplegaron su sonido inclasificable, una mezcla de funk sobrado de groove con elementos electrónicos, mucha energía y la vehemencia urgente del punk, aunque sin su mala baba, descontento y nihilismo. Todo lo contrario, la suya es música bailable y entusiasta, que en directo se transforma en un cóctel explosivo. La antesala perfecta para la fiesta de la 'hermandad química': The Chemical Brothers. Que combinaron el éxtasis guitarrero de Manchester con un sonido de club underground y macarrilla. El resultado fue un electro rock tan adictivo y rabioso como su puesta en escena, con los que transformaron el escenario en una enloquecida rave al aire libre. Antes, Hidrogenesse, Locomía (sí, los de los abanicos y las hombreras XXL), Samantha Hudson, Yendry y Morreo midieron sus propuestas. Al cierre de esta crónica aún debían presentar sus credenciales una decena de artistas. La fiesta no se desmaya hasta el alba.