La investigadora Antònia Soler Nicolau, coautora del artículo publicado sobre la ánfora.

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El pasado histórico tiene por necesidad algo de mitológico. Sobre sus acontecimientos se sustenta el presente, pero es imposible volver a él por definición. No obstante, de vez en cuando aparecen pequeñas ventanas que nos permiten asomarnos a otra época, remota, pero familiar. Una de estas pequeñas ventanas ha aparecido en el yacimiento de Noguera, en Córdoba, que tiene el calificativo de «excepcional» y de no tener «precedentes» por lo singular que es. Se trata de un fragmento de ánfora con una, a priori, misteriosa inscripción. Y una mallorquina ha sido la encargada de resolver este misterio de 2.000 años de antigüedad. Se trata de la investigadora Antònia Soler Nicolau, coautora de un artículo académico que ha dado de qué hablar a nivel internacional.

Antes de nada, el contexto: octubre de 2016, en el yacimiento de Noguera, en Córdoba, se hallan fragmentos de ánforas olearias béticas (destinadas al transporte de aceite procedentes de esta región de la Península). Hasta ahí, todo dentro de lo normal, pero en uno de esos fragmentos aparece una inscripción algo inusual. Sobre ella se centra el trabajo Las Geórgicas de Virgilio in figlinis: a propósito de un grafito ante cocturam sobre un ánfora olearia bética, publicado en la Journal of Roman Archeology de la Universidad de Cambridge y que firman el arqueólogo Iván González Tobar, de la Universidad de Córdoba, el experto Piero Berni, de la de Montpellier, y la propia Soler, de la UIB.

Imagen del fragmento de arcilla perteneciente a la ánfora con la inscripción.

Es esta última, de hecho, quien se encargó de analizar esa inscripción que ha resultado ser un poema de Virgilio perteneciente a las Geórgicas. Se barajaron primero otras hipótesis, como que pudieran ser nombres de mujer o menciones a alimentos como bellotas, pero cuando llegó la propuesta de participación a Soler algo resonó en su mente: «Al ver que tenía que ver con la agricultura pensé que podría ser las Geórgicas, y me encontré con los versos 7 y 8 del libro primero de Virgilio».

Agricultura

El poeta era un autor de referencia ya en esa época, utilizando sus obras como método de alfabetización en latín al igual que con Homero para el griego, lo cierto es que es la Eneida la obra que suele usarse, siendo novedoso que aparezcan versos de las Geórgicas. Soler interpreta que puede deberse a varias razones, como al «contexto agrícola» común entre los versos y la zona de Andalucía donde se han hallado, «ya que sería normal que se usara este texto en zonas rurales».

Como explica la investigadora, el hallazgo sería equivalente a encontrar una inscripción similar en la que se leyera «’En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme’», ya que aprenderse los inicios de las obras era común.

Sin embargo, «un poema de Virgilio es lo último que pensamos que sería». Esto es lo que lo convierte en un hecho «sin precedentes y singular» ya que «que sea un texto literario en una ánfora olearia no lo habíamos encontrado nunca». A ello se suma que sea de la obra que es, ya que Virgilio y su Eneida están muy presentes, pero no así las Geórgicas.

Imagen que recrea lo restante de la inscripción en la que se lee a la derecha el original en latín que se puede traducir por 'cambió la bellota aonia por la espiga fértil y mezcló el agua con la uva descubierta'.

Además, el posicionamiento es «poco habitual, al ser la base de una ánfora», lo que hace del descubrimiento algo curioso porque quien «lo escribió pensaba que no lo leería nadie nunca y por eso lo puso en una zona tan baja de forma que no se viera». También se sabe que lo hizo «de memoria», algo «habitual porque en la Antigüedad se daba más importancia a esto», sobre todo en la alfabetización de los niños, por lo que es probable que incluso se tratara de un menor, algo que podría saberse en el futuro con el estudio de las huellas dactilares dejadas en la arcilla.

Más allá de las conjeturas, no se sabe más de sobre su autoría. Podría ser un trabajador del taller, el jefe del mismo o incluso un miembro de la familia de los Fabios, propietarios de fábricas en la zona. Sí se sabe que es «algo especial», como destaca la investigadora que no oculta que a veces «damos mucha importancia a cosas que por una casualidad hace que salgan dos versos de Virgilio, pero a otras no tanto», en relación a los años de estudio que hay detrás de su trabajo para saber identificar que, efectivamente, eran dos versos de Virgilio.