¿Somos capaces de escuchar a quien nos pide ayuda? En una noche lluviosa, en la esquina de una calle cualquiera de una metrópolis francesa de los años setenta, una persona que no tiene a donde ir pide a un desconocido que le deje una habitación para pasar el final del día a cubierto. Con este encuentro improvisado, el autor y director francés Bernard-Marie Koltès (1948-1989) puso en tela de juicio la necesidad de amar ante la soledad del individuo. El texto, estrenado en el Festival Off de Aviñón en 1977, se convirtió en un clásico, también gracias a la traducción al catalán de Sergi Belbel. Ahora, Pau Pascual y Pilar Grimalt recuperan La nit just abans dels boscos y lo llevan al Teatre de Manacor este sábado 20 de enero, a las 19.00 horas.
El proyecto surgió como un trabajo de fin de grado de Grimalt en el Institut del Teatre de Barcelona. Para ello, recurrió a Pascual como director. «No conocía el texto, pero fue amor a primera vista. O, también, un reto a primera vista, pues es un monólogo de una sola frase que se alarga durante más de treinta páginas. Teníamos claro que aquello no sería una simple propuesta académica, sino un montaje serio», recuerda Pascual, que se encarga de la dirección y la escenografía. Así, después de varias residencias en diferentes teatros de la Isla, el montaje se fue consolidando e incluso ganó el Premi Dau de Barcelona. El preestreno en la Casa del Poble de Esporles tuvo un gran éxito, algo que esperan repetir en Manacor, donde arrancará una gira que también les llevará por diversos escenarios, también en Dau al Sec de Barcelona, el próximo mes de abril.
Crítica
«Es una gran crítica a la soledad del individuo, reforzada por el factor de la alteridad que lo lleva machacando durante tantos años, mientras el personaje principal va hablando de cómo esta sociedad francesa de los años setenta golpea una y otra vez. Así que se trata de querer parar esa dinámica, de empezar a querernos y escucharnos. Al fin y al cabo, no son las grandes élites los que nos hacen la vida imposible, sino que somos nosotros mismos los que lo conseguimos. Los malos no son los de allá arriba, los de caras conocidas, sino que los tenemos entre nosotros, son gente de a pie». «Es bestial cómo presumimos de haber avanzado tanto y, sin embargo, nos encontramos con sintechos y apartamos la mirada», lamenta.
En cuanto a la puesta en escena, Pascual, que firma la «escenografía lumínica», construida por Agustí Ripoll, detalla que es una propuesta con un fuerte componente cinematográfico, «como si se tratara de un plano secuencia», puesto que se vale de un sistema de sonido envolvente 8D, «similar al de una sala de cine». «La escenografía y la iluminación se entrelazan y el láser, que muestra las partículas en suspensión, permite crear pantallas, como una especie de sucesión de capas que separan el personaje de su interlocutor», apunta.
De esta manera, Grimalt se ubica en una suerte de jaula, un estructura cúbica rígida, y el espectador se adentra en su psique. Es un montaje muy onírico», concluye Pascual, que tiene en marcha otros proyectos, que incluyen la dramaturgia junto a Sabrina Frías de Dimecres a les 17h, propuesta finalista del Art Jove, y continúa dirigiendo la propuesta escénica de la banda O-Erra.
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