El cantante Mikel Izal, que actúa este viernes en el Auditòrium de Palma.

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Tras una agotadora dinámica de conciertos, festivales y premios, liderando a uno de los buques insignia del rock independiente, Mikel Izal necesitaba nuevos retos, que cristalizaron a finales de 2023 bajo el título de El miedo y el paraíso. Álbum con el que inicia su nueva etapa como solista, en la que sigue sorprendiendo al público con su habilidad para crear canciones de huella profunda, que presentará este viernes, a partir de las 21.00, en un Auditòrium con todo el papel vendido.

Como en tantas ocasiones en la historia de la música, de un proceso tormentoso nacía una obra reveladora: «El disco sale de un momento personal bastante bajo, a principios de 2021. Simplemente fue una época triste. Necesitaba distraerme de lo que me estaba pasando y decidí hacerlo escribiendo canciones. Ni siquiera pensé que estaba dando forma a mi primer disco solitario, pero poco a poco fui dándome cuenta de que estaba ante el álbum más emocionante de mi vida», detalla Izal.

En su despegue en solitario firma su trabajo más personal, «escrito con honestidad» y repleto de historias que desvelan su necesidad de hacer una catarsis. Temas escritos con el estómago, que arrojan la misma intensidad a la que nos tiene acostumbrados, funcionando como pequeños manuales de autoayuda.

Reconoce que al sentarse a componer «tengo claro lo que quiero decir y como lo quiero decir, a partir de ahí empiezo a mezclar melodías y letras en un proceso un poco caótico, que no controlo en absoluto». En el caso de El miedo y el paraíso se dio un mix de «guitarras, sintetizadores y cajas de ritmos, soltando las frases que me iban viniendo a la cabeza y esperando que todo eso empezara a armar un conjunto que me emocione, que empiece a tocar ciertas fibras dentro de mí que me indiquen que he llegado a un lugar interesante». Y ese proceso, reconoce, «es mucho más experimental que hace años. Ahora necesito que las semillas de las canciones sean más interesantes, que me sorprendan».

La osadía y el miedo, el amor y el desamor, la luz y las sombras dan forma a su dietario personal, comprimido en canciones empáticas que destilan seducción. La misma que desprende Izal, ese tipo espigado y desgarbado cuya voz incorpora la esencia de la melancolía. «Tengo una cabeza que la da muchas vueltas a todo lo que me ocurre y que tiene cierta tendencia a la soledad y la nostalgia», reconoce. Con todo, en el fondo se reconoce como «un tipo mucho más divertido de lo que pueda parecer en algunas canciones». En su opinión, la fórmula del éxito no tiene demasiados secretos, consiste en «ser feliz con lo que la vida te ponga por delante, estar en paz contigo mismo, ser honesto en tu trabajo y tus acciones y dormir a pierna suelta por las noches. A grandes expectativas grandes decepciones».