El cierre de salas de música en directo está dejando tocados y hundidos a muchos músicos de Mallorca..

TW
7

«¿Vas a cerrar el bar? ¡No jodas! Yo quiero rock&roll. ¿Adónde voy ahora?» Con estas palabras comenzaba Hay poco rock&roll, mítico himno con el que la banda vasca Platero y Tú alertaba, en 1994, de la falta de opciones para los amantes de este tipo de música. Tres décadas después, las bandas mallorquinas pueden sentirse identificadas con esta canción, pues en los últimos meses, han cerrado dos de las pocas salas de música en directo de la Isla aptas para tocar con banda.

Primero fue Tunnel. La legendaria sala de Gomila, que programaba regularmente conciertos de rock y metal en todas sus variantes, cerró sus puertas el pasado junio tras más de tres décadas al pie del cañón, ofreciendo refugio a los amantes de la música alternativa. «El barrio ha cambiado radicalmente y somos el único pub que queda. Además, la manera de salir ha cambiado muchísimo: ahora, la gente va a eventos concretos, ya no sale a los bares de siempre. El rock, en concreto, se circunscribe a festivales y fiestas», explicaban sus fundadores, Ivor Meléndrez y Toni Fuentes.

Café-concierto

Poco después, llegó el turno de S’Acadèmia, mítico café-concierto de Algaida cuyo Ayuntamiento decidió suspender de forma cautelar todos los conciertos tras «recibir bastantes denuncias de los vecinos del local por el excesivo ruido de éste», rescindiendo la licencia de café-concierto «hasta que se encuentre una solución que permita el descanso de los vecinos», según el Consistorio. Esta decisión dejó huérfanas de ‘bolos’ a una treintena de bandas locales con fecha cerrada en el mítico café-concierto. «En Mallorca quedan solo cinco o seis licencias de café-concierto, se han ido extinguiendo y no dan nuevas», denuncia Pere Llaneras, programador de S’Acadèmia.

Mientras tanto, Factoria de So rescindió este año el contrato a Isaac Méndez, tras 6 años al frente de esta sala de propiedad municipal en el Polígono de Son Llaüt (Santa Maria). Tras varios meses en que la gestión recayó en la promotora cooperativa Tassó de Tubo, desde este mes se encuentra bajo la coordinación directa de la propia asociación Factoria de So. Todo este vaivén no ha ayudado precisamente a las bandas en la planificación de sus conciertos.

Tras su salida de Factoria, Isaac Méndez montó la promotora Directos Culturales y empezó a programar en La Roca Mallorca, un centro de actividades culturales ubicado en Muro. Sin embargo, por problemas burocráticos, el Ayuntamiento ha obligado a la propiedad a cerrar la sala de conciertos interior del recinto, que dispone aún de la terraza, pero por normativa solo se puede utilizar hasta las doce de la noche. «Tuvimos que anular el festival La Roca Metal Summer, que tendría que haberse celebrado a principios de mes con seis bandas, entre ellas una de Ibiza con billetes pagados y batería alquilada», denuncia Méndez, quien trabaja para poder sacar adelante varios eventos, entre ellos un concierto de grunge que debería celebrarse el 24 de septiembre. «Estamos buscando sala», dice.

«A partir de este otoño, la escena musical mallorquina va a tener un problema muy gordo», reflexiona. «Ahora, en verano, muchas bandas, sobre todo de versiones, han podido tocar en fiestas de pueblos y eventos al aire libre, pero los proyectos de canciones propias lo tienen muy muy difícil», observa. «Cada vez hay más fiestas en los pueblos y la gente ya no va a las salas como antes. Ante este panorama, existe una competencia brutal entre las propias salas, que deberían coordinarse e ir a una», propugna.

Es cierto que en Palma permanecen salas como Es Gremi, que en su Café Club ofrece un escenario con buen sonido a las bandas locales; o La Movida, un local muy bien acondicionado en todos los sentidos que siempre tiene la agenda muy apretada, con la programación de los próximos meses ya cerrada. «La verdad que la sala esta bastante llena en cuestión de programación. Actualmente, damos fecha para mayo del año que viene. No cabe duda de que el cierre de otras salas incrementa nuestra programación, y veo que bandas que nunca habían venido a La Movida, ahora nos piden fecha», explica su propietario, Pep Crespí.

Mientras, en la zona de la Part Forana sobreviven templos como S’Attic en Binissalem, Sart Club en Inca o S’Escat en Manacor. Este verano, además, Es Jardí ha ofrecido a algunos afortunados grupos de Mallorca la posibilidad de hacer conciertos completos en su escenario de bienvenida, como actuación previa a los artistas nacionales e internacionales principales.

Cambios

«Todo ha cambiado una barbaridad de unos años a esta parte», analiza Dani Magaña, activo guitarrista de bandas como Alma Sonora o Whole Lotta Band. «Hace 23 años, cuando empezamos con Alma Sonora, no solo en Palma había muchísimos locales para tocar con programación casi diaria, como el Bluesville o el Saratoga, sino que, además, en cada pueblo había un bar o dos con música en directo, a lo que habría que sumar los de las zonas turísticas. Ahora, en Palma queda el Shamrock, con un circuito muy cerrado. La situación es desoladora, por lo que este tipo de bandas tiende a desaparecer. En los proyectos en los que estoy, nos hemos enfocado en salir a tocar fuera de Mallorca. Aquí hacemos un concierto al anual y el resto del año estamos tocando por la Península», asegura.

Es cierto que lo de que en la Isla no hay dónde tocar es una queja de toda la vida entre los músicos mallorquines. Hace algún tiempo, este extremo quizá sería discutible, pero desde luego, ahora mismo, las bandas locales pueden cantar, con Platero y Tú, a voz en grito: «¡hay poco rock&roll!».