Los hermanos Jose Manuel Muñoz y David regresan a Trui Son Fusteret para celebrar su 25 aniversario.

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Un piñazo con un Seat Panda les puso en órbita. De esa abrupta colisión hace ya veinticinco años, pero David y Jose Manuel Muñoz apenas han cambiado. Bueno, quizá han perdido la silueta, pero siguen con el mismo desparpajo, la misma barba de dos días y bendecidos con el don de las canciones robustas y contagiosas. Un lienzo en blanco sobre el que pintan escenas cotidianas, amores de barra y caderas femeninas. Por volumen, por expectativas y por propuesta, el recinto de Trui Son Fusteret acogerá este sábado (20.00) el gran bolo del verano: Estopa. Nota para los más rezagados, a estas alturas es más fácil encontrar el cadáver de Jimmy Hoffa que conseguir una entrada para el concierto.

Se definen como una variante de rumba catalana cercana al pop, sin embargo su música tiende unos vínculos geográficamente más dispersos. Y es que Estopa picotea de aquí y de allá forjando un ideario que acoge destellos de reggae, rock urbano y baladas urgentes, una fusión multicultural que suelen describir como ‘rumba-rock optimista’. De eso va, precisamente, su repertorio, de canciones a todo trapo que celebran el hecho de vivir y justifican el cartel de 'no hay entradas' que acompaña sus shows. Tampoco ha cambiado su apego a la calle, con la que comparten el desencanto hacia la clase política: «Ha llegado un momento en el que la palabra 'política' se tendría que cambiar por el término 'responsabilidad social', porque lo que hacen nuestros políticos no tiene nombre», afirmaba David Muñoz en una entrevista a Ultima Hora.

Resulta difícil no empatizar con Estopa. En serio. Son buena gente, participan en campañas solidarias, mantienen intacto su orgullo de barrio, conservan los mismos amigos que antes de copar portadas y además deben ser buenos compañeros de copas, y todo ello haciendo gala de una humildad que para sí quisieran otros. Pero el caso es que Jose y David se nos hacen mayores, esas barbitas con la que afianzaban su condición de cuarentones interesantes comienzan a poblarse de canas… y es ahora, en el umbral de las cincuenta primaveras, cuando han decidido refugiarse en sus paraísos perdidos, haciendo un acopio retrospectivo de sus mejores luminarias. Con las que surten esta Gira 25 aniversario, arropada con un gran despliegue técnico y repleta de esos himnos inoxidables que elevan un enjambre de brazos cada noche. Pero no es solo música lo que ofrece esta cofradía de la rumba pop, porque la actitud y carisma de los hermanos Muñoz siguen 'partiendo la pana'.