Uma Thurman y John Travolta, en una de las escenas más icónicas de 'Pulp Fiction'.

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La celebración del trigésimo aniversario del estreno de Pulp Fiction (1994), más allá de suponer una apelación a la nostalgia cinéfila de determinada generación, permite plantearse, una vez transcurrido todo este tiempo y revisitada la película por parte de unos y, esperemos, descubierta por parte de nuevos y mayoritariamente jóvenes espectadores, si la película dirigida por Quentin Tarantino se convertirá definitivamente en un clásico o permanecerá bajo el abrigo protector y confuso que se les otorga a las cult-movies.

Uno se pregunta cómo reaccionarán las nuevas generaciones frente a esas prolongadas escenas dialogadas, recorridas por dosis de humor negro y, en ocasiones, autoirónico y ante esa puesta en escena, calculada milimétricamente y que poco o nada tiene que ver con la muchas de las propuestas cinematográficas actuales basadas en lo fugaz y lo ruidoso. ¿Entenderán esa violencia llevada al paroxismo como un gesto paródico y amoral consistente en retorcer un poco los estilemas del género noir filtrado –como bien deja a las claras el título– por la novela pulp y su traslación a la serie B? ¿Debe sentir uno envidia de los espectadores primerizos?

Tengo dudas de si Pulp Fiction me provocaría ahora las mismas impresiones, entre la fascinación y el jolgorio, que entonces suscitó en aquella sala de los Chaplin. Superada la temible prueba de la revisión, vuelve a confirmarse lo que hace treina años quedaba meridianamente claro y es que Quentin Tarantino, guste o no uno de los nombres esenciales dels postmodernismo cinematográfico, era un cineasta, en absoluto innovador, pero sí dotado de un extraordinario ingenio y enormemente habilidoso –a la manera de un Dj–-, sobre todo como narrador de historias.

Pulp Fiction sigue conservando de forma admirable su frescura y su alambicado puzle narrativo –alterado cronológicamente– funciona a la perfección a la vez que resulta sorprendente, como si fuera construyéndose ante nuestra mirada. Y sigue siendo una obra deslumbrante y atemporal a nivel visual, con una cuidadísima elaboración tanto en la composición como la duración del plano. Aunque sin duda la mayor prueba de su perennidad reside en cómo algunas de sus imágenes, o momentos, considerados icónicos dentro de la cultura popular, se siguen percibiendo como si fuera la primera vez y por lo tanto todavía perduran sus efectos. Tal vez si eso les ocurre a esos nuevos espectadores, tengamos la definitiva prueba de que efectivamente estamos ante un clásico.

*Pulp Fiction se proyecta en Cinesa Festival Park y CineCiutat.