László Krasznahorkai es el ganador del Premio Formentor de las Letras 2024. | Carles Domènec

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László Krasznahorkai (Gyula, Hungria, 1954) ha protagonizado este viernes las Conversaciones Literarias de Formentor en Marrakech al recibir el Premio Formentor de las Letras 2024. La jornada empezó con una mesa redonda con los miembros del jurado, seguida de las intervenciones de algunos de sus editores internacionales y terminó con la entrega del galardón en el Hotel Barceló Palmeraie.

En la entrevista a este Ultima Hora, Krasznahorkai optó hablar en húngaro, en vez de inglés, para que pudiéramos escuchar la musicalidad del idioma que reivindica. «Con el húngaro pasa algo que puede pasar con el catalán: hay textos maravillosos, como poemas que son nuestros recuerdos más importantes, que no se han traducido y que solo se puedes conocer si sabes la lengua», advirtió, y destacó que «es maravilloso poder crear en esta lengua sofisticada, con tantas posibilidades de expresión».

Sus intervenciones son largas, como las frases de varias páginas que caracterizan sus textos y que la intérprete nos traduce al castellano. Nos mira con sus ojos de azul clarísimo, con enorme cercanía, y descubre por qué escribió, en 1985, Tango satánico, llevada al cine por Béla Tarr, en 1994. «Trabajaba de guardia nocturno en una ganadería de unas 300 vacas, en mitad de la llanura húngara, limpiaba el estiércol y pinchaba las vacas si se hinchaban, en absoluto silencio». El literato describió que «una madrugada, vino un hombre alto para castrar cerdos, tenía una nariz enorme, ojos penetrantes, vestía una capa soviética hasta los tobillos y llevaba un cuchillo muy afilado, yo sujetaba dos patas de un cerdo y el casero aguantaba las otras dos, mientras el hombre le cortaba los testículos». Krasznahorkai recordó que «cuando ya no pude más, levanté la vista, ví el techo donde empezaba a salir el sol, que era un sol marrón, y decidí que tenía que escribir un libro».

El autor ha confesado que «sólo quería escribir un libro, no quería convertirme en un escritor, no quería ser nada». No obstante, llegaron Melancolía de la resistencia (1989),Guerra y guerra (1999), Al Norte de la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río, Y Seiobo descendió a la Tierra, entre otras obras. El sello Acantilado acaba de editar en castellano El barón Wenckheim vuelve a casa.

Del Premio Formentor, ha dicho estar «emocionado, porque los que lo han recibido antes son para mí inmortales», y respondió, con humildad, que «hace un tiempo que hay un gran malentendido sobre mí y espero que nunca se den cuenta». En la conversación, aparece el ferrocarril: «Nací en la ciudad más alejada de Budapest y uno de los pasatiempos, de joven, las tardes de los domingos, era mirar las vías del tren, decíamos que al final estaba Budapest, el mundo era Budapest». Krasznahorkai apuntó que «durante mi juventud, peregrinaba por el país, en tren, y tuve amores nocturnos», y señaló que «con una inspectora, nos encontrábamos cuando su tren se cruzaba con el mío en una pequeña estación, de noche, tenía solo tres o cuatro minutos para contarle lo mucho que la quería».