Aina Pascual y Jaume Llabrés posan en el antiguo ‘corral de sa bugada’ del convento. | Jaume Morey

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Un patio con una lavandería que es «uno de los tesoros etnográficos de Palma», una estancia que recuerda a la ya desaparecida celda de las Caputxines, con mobiliario original y diferentes planchas, pues en aquella época planchar era también un arte y las había de hierro, piedra e incluso de vidrio, y un telar de pasamanería, que sor Encarnació Obrador, fallecida hace una década a los 105 años de edad, era la única que sabía usar correctamente –y la que ostentaba el récord de clausura, llegando a los 75 años–. Asimismo, a raíz de la última restauración llevada a cabo por el Consell insular y el Bisbat, también se puede visitar la despensa del aceite, que contiene 700 piezas inventariadas por la doctora Elvira González, o la cantina del pozo, que es «uno de los espacios más singulares de la arquitectura del convento».

Estas son algunas de las estancias que se pueden visitar cada sábado en el Monestir de la Puríssima Concepció, conocido popularmente como el Monestir de les Caputxines, aunque hace tiempo que son las franciscanas TOR las que viven en él. Los historiadores del arte Jaume Llabrés y Aina Pascual llevan desde el 95 ocupándose de la conservación de esta casa y promoviendo las visitas guiadas, que hacen que este sea, según destaca Llabrés, colaborador de Ultima Hora, «el único convento de clausura en Balears que se puede visitar de forma regular». El horario es de 11.00 a 13.00 y se requiere un mínimo de 10 personas, que tendrán que aportar 12 euros en concepto de donativo. El acceso es por la calle de las Caputxines número 14 y los interesados deberán reservar a través del Whatsapp 678 598 755.

Caputxines
En una estancia recrean cómo era la antigua celda de las monjas capuchinas, con diferentes planchas de la época.

La labor de Llabrés y Pascual en Ses Caputxines se remonta a la confección del libro Conventos y monasterios de Mallorca (José J. de Olañeta, 1992), que contenía fotos de Donald G. Murray. «El padre Gabriel Llompart, que era un entusiasta y especialista en religiosidad popular, nos mostró el belén monumental y vimos las posibilidades que ofrecía. Luego, la abadesa de la época, sor Aina Mateu, nos permitió empezar a organizar las visitas, que finalmente empezaron en las Navidades de 1996», recuerdan, siempre con el visto bueno del Bisbat, con Teodoro Úbeda al frente, y el consentimiento de las religiosas.

Mientras, señalan, iban trabajando en la catalogación, restauración y también en la búsqueda de sponsors. En paralelo, iban quedando muy pocas capuchinas hasta que en 2006 se produjo un nuevo comienzo: como no había capuchinas, tuvieron que ir a buscarlas. Así fue como un grupo de franciscanas TOR, que llevaban desde 1989 viviendo en un convento de Calvià, hicieron el «sacrificio» de mudarse al monasterio palmesano. En este sentido, ambos insisten en la generosidad de las religiosas, que pasaron de ocuparse de un pequeño convento a hacerlo de un monasterio «enorme», pues, señalan, el de la Puríssima Concepció está pensado para una treintena de religiosas, cuando, en la actualidad, son nueve.

Para no depender tanto de las ayudas de la Administración, han puesto en marcha diferentes iniciativas. Una de ellas es la reciente Escuela de Humanidades que impulsa La Biblioteca de Babel y cuyas clases se llevan a cabo en lo que las religiosas llaman ‘El mar vermell’, un pórtico que estaba embaldosado de este color. Todo ello, puntualizan, teniendo en cuenta que la prioridad es el respeto hacia la comunidad religiosa. «Somos nosotros los que tenemos que adaptarnos a ella, pues no hay que olvidar que ellas están aquí para dedicarse a Dios», coinciden Llabrés y Pascual.

Según detalla sor Paulina, la abadesa, las sesiones se realizan tres tardes a la semana y versan sobre temas como la filosofía, la mitología clásica o la literatura. «Este es el segundo curso y está funcionando muy bien», celebra. Asimismo, las franciscanas también realizan trabajos de encuadernación, arreglando libros viejos, o de lavado y planchado de ropa delicada, especialmente para particulares que necesitan lavar y planchar adecuadamente trajes de comunión o de bautizo; además de los ya tradicionales dulces en Navidades. Además, Llabrés y Pascual son los que se encargan de las visitas guiadas.

Masificación turística

«No podemos contratar guías debido a la masificación turística, porque no hay guías disponibles. Tampoco podemos asumir sus honorarios porque el número de visitantes es limitado y eso hace inviable su participación, así que nosotros nos encargamos a modo de voluntariado, pues los donativos van íntegramente a la conservación del monasterio», aclaran. Y es que, como convienen todos ellos, es primordial poder abrir al público general este conjunto patrimonial que, independientemente de la fe, es una muestra valiosísima de «nuestra historia e identidad» y, en definitiva, «nuestra riqueza cultural».