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En mi última colaboración con El Económico citaba lo que para mí era un problema (actual): el que las bicicletas circularan por las aceras, y que -de no hacer nada- se iba a convertir en un “problemón”. Por otro lado, recientemente leía, y no con cierta satisfacción, que en Barcelona se acabará en enero de 2019 la moratoria que permitía a las bicicletas circular por las aceras, algo que, en mi opinión, nunca debería haberse tolerado porque los peatones también tenemos derechos. En cualquier caso aplaudo el fin de la medida sobre todo por uno de los argumentos que la justifican: la ciudad ya tiene 200 kilómetros de carril-bici. Es importante que las ciudades se vayan preparando, dentro de sus posibilidades, a lo que se espera de ellas en el futuro. Pese a mis quejas sobre las bicicletas, estoy muy a favor de este medio de transporte por sus innegables beneficios para la salud de las personas, para el de las propias ciudades y para el medio ambiente.

Indudablemente, en unas ciudades la circulación sobre las dos ruedas se hace más amigable que en otras, bien por la existencia más o menos desniveles (es más fácil circular por calles sin pendientes) o por la ausencia de temperaturas extremas (si hace mucho calor o mucho frío va a ser más difícil ponerte a pedalear).

Este verano he estado de vacaciones en Copenhague (Dinamarca), que es una ciudad “tomada” -en el buen sentido de la palabra- por las bicicletas, al menos cuando el tiempo lo permite, y podría que servir de inspiración para las ciudades de Baleares que apuesten por ese modelo.

Pero, como digo, las soluciones no son únicas y, por ejemplo, también tuve la oportunidad de pasar unos días en Oslo (Noruega), ciudad en la que se ven menos bicicletas, pero donde existe una decidida apuesta por el coche eléctrico. Nunca había visto tantos Teslas juntos... La ciudad -el país- cree en el vehículo eléctrico y ahí también tendrían que encontrar el ejemplo nuestras ciudades.

Como vemos, no hay una solución sostenible única y según las circunstancias cada ciudad tendrá que optimizarse de forma distinta, pero combinando los tres factores del éxito: conocimiento de la propias características, conocimiento de sus ciudadanos y gestión de datos e información (big data).