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En las últimas semanas, la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) ha tenido a bien remitir a miles de empresas una controvertida comunicación cuyo contenido quisiera hoy traer a estas líneas.

En primer lugar, es de subrayar que el objetivo de la misiva no es otro que el de poner en conocimiento de sus receptores que, desde el año 2016, obra en poder de la Administración información de las entradas y salidas de todas las cuentas bancarias de los contribuyentes.
Prosigue la Agencia Tributaria explicando que, a partir de dicha información, ha realizado análisis estadísticos y sectoriales de los obligados que pueden ser utilizados como indicios de riesgo fiscal cuando pongan de relieve inconsistencias entre la información disponible y las declaraciones tributarias presentadas.

Sentado lo anterior, la AEAT afirma en su comunicado que ha apreciado diferencias concretas entre los datos declarados por los destinatarios afectados y los que corresponden al sector económico y segmento de contribuyentes equiparable.

Pero la cosa no termina ahí: después de recordar que estas actuaciones están encaminadas a mejorar el cumplimiento voluntario de las obligaciones tributarias, la Agencia Tributaria advierte que, en el caso de que las incongruencias persistan, el riesgo fiscal que estas representan podrá dar lugar a los procedimientos de control tributario que sean necesarios.
Eso sí, a los efectos de evitar eventuales sobresaltos, la AEAT concluye su encomienda indicando que “esta carta es una mera comunicación por lo que no debe contestar, enviar documentación, ni justificar el importe de los datos que se desprenden de sus declaraciones. Simplemente le trasladamos la información de que dispone la Agencia Tributaria”. Ahí es nada.

Con todo, tengo para mí que en esta singular campaña subyacen cuestiones de mayor enjundia:

1. Porque, sin perjuicio de que uno pueda respetuosamente discrepar tanto en la forma como en el fondo, lo cierto es que esta comunicación no hace sino confirmar que el nivel de información y control de la Administración tributaria sobre los contribuyentes está alcanzando en la actualidad cotas insospechadas.

2. Porque, a pesar de que sea discutible acudir a las cifras sectoriales para validar el cumplimiento de las obligaciones fiscales de los contribuyentes, la realidad cotidiana nos demuestra que el uso (hasta el abuso) del método de estimación indirecta está a la orden del día.

3. Porque, si bien es cierto que habrá quien no alcance a comprender por qué figura su nombre entre los destinatarios del comunicado, no lo es menos que, ante un mensaje de tal calado, cualquiera podría sentirse compelido (o incluso intimidado) a regularizar su situación tributaria, aun sin razones para ello.

4. Y, en definitiva, porque, aunque formalmente no estemos ante un acto administrativo en sentido estricto, no escapa a ningún administrado que el alcance real de estas actuaciones puede que no sea meramente informativo.

En suma, parece evidente que la AEAT está lanzado su particular aviso a navegantes. Ergo, no es disparatado pensar que pronto pueda asomar el temporal. Tengan, pues, sus naves “a son de mar”.