En el Estado sureño de Chiapas, al igual que en todo México,
reinaba ayer gran expectación por la reacción del líder zapatista,
«Subcomandante Marcos», a la decisión del nuevo presidente, Vicente
Fox, de retirar a más de 1.500 soldados de esa conflictiva región.
Se esperaba que Fox tomara la iniciativa para resolver el
conflicto, ya que así lo había anunciado durante la campaña
electoral que terminó con su triunfo en julio pasado, pero
sorprendió al anunciar la retirada de tropas tan sólo unas horas
después de asumir el poder. El ministro mexicano de Gobernación,
Santiago Creel, reveló que el nuevo Gobierno ha tenido contactos
directos con los zapatistas y está dispuesto a reunirse con
ellos.
El coordinador gubernamental para Chiapas, Luis Alvarez, comentó
ayer que Fox demostró su voluntad de paz «con hechos» y que a la
guerrilla «le corresponde ahora pronunciarse». En su discurso de
toma de posesión, Fox reiteró su compromiso con la paz y anunció
que el martes enviará al Congreso un proyecto de ley que recoge los
acuerdos de San Andrés, firmados por el Gobierno del anterior
presidente, Ernesto Zedillo, y la guerrilla en 1996, pero nunca
cumplidos.
Poco después sorprendió con la orden de retirar a los militares
de varias comunidades, como gesto de buena voluntad, en vísperas de
la anunciada y también sorpresiva reaparición de «Marcos». El líder
zapatista convocó a la prensa nacional e internacional después de
seis años de jugar al gato y al ratón con los medios informativos
en la selva Lacandona y tras mantener silencio desde junio. Se
espera que «Marcos» expresará pronto su opinión sobre el nuevo
Gobierno y hable sobre la situación de la guerrilla, que comenzó
con proclamas marxistas y luego se presentó como indigenista.
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