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ALEXÉI DIMÍTRIEV-TASHKENT Presionada por el recelo internacional, la Alianza del Norte dejó de momento sus ambiciones y aceptó ayer acudir a una reunión fuera de Afganistán para estudiar la formación de un gobierno postalibán, posiblemente la próxima semana. El ministro de Asuntos Exteriores de la Alianza, Abdulá Abdulá, expresó en la capital uzbeka el acatamiento por parte de su formación de uno de los requisitos de la ONU para evitar nuevos derramamientos de sangre: un encuentro al más alto nivel fuera de Afganistán.

Gracias a la ayuda de las bombas estadounidenses, la Alianza se ha hecho con el control de buena parte de Afganistán, incluida la capital, Kabul, y ahora comienza a reclamar su papel protagonista en el futuro político.

Naciones Unidas intenta poner de acuerdo al mayor numero de líderes de grupos afganos para celebrar una conferencia en la que se decida la formación del gobierno de Afganistán. El que fuera presidente del país, Baharudin Rabbani, llegado el pasado miércoles a Kabul después de más de cinco anos de exilio, se reunió ayer durante casi una hora en la capital afgana con el adjunto del representante de Naciones Unidas para Afganistán, Francesc Vendrell.

Rabbani, que recibió a Vendrell en lo que hasta hace muy poco fue la sede del ministerio del Interior de los talibanes, fue invitado por Naciones Unidas a participar en la conferencia, cuya fecha y lugar todavía están por decidir. «Confiamos en que su respuesta sea positiva», manifestó en rueda de prensa el portavoz de la misión de la ONU en Afganistán, Eric Falt, en alusión a Rabbani, jefe de la Alianza del Norte.