Policías israelíes observan las vías del tren tras el atentado de ayer cerca de Tel Aviv.

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EFE-TEL AVIV Fuentes diplomáticas israelíes dijeron que el ministro de Exteriores, Simón Peres, volverá a reunirse con representantes palestinos para continuar las conversaciones del sábado, cuando ambas partes estudiaron una serie de medidas para aliviar el toque de queda a la población civil palestina. Se trata en su mayoría de medidas de carácter económico y humanitario, y entre las propuestas pendientes de aprobación están el levantamiento del toque de queda durante el día y la autorización a otros 5.000 obreros palestinos para que trabajen en Israel.

El ministro israelí sin cartera Dani Navé, que también participó en las conversaciones, afirmó ayer que las dos partes acordaron el sábado comenzar la aplicación de una parte de esas medidas en Hebrón, Belén y Jericó, aunque no dijo si ello incluirá una retirada militar de esos centros urbanos. Quienes sí hablaron de una retirada fueron los palestinos, que confirmaron el acuerdo sobre esas tres ciudades de Cisjordania pero agregaron que Israel también mostró su disposición a retirarse «si se mantiene la calma durante las próximas 48 horas».

Para coordinar posiciones frente a Israel, el presidente palestino, Yaser Arafat, convocó ayer una reunión de urgencia con la delegación palestina, que encabeza el ministro de Gobernación Local, Saeb Erekat. «El objetivo de las consultas con el presidente fue evaluar los resultados de la reunión con los israelíes, que no pueden llamarse negociaciones sino conversaciones preparatorias», afirmó Erekat al salir de la entrevista con Arafat.

Agregó que en la reunión del sábado, en la que ambas partes se limitaron a exponer sus posturas, se trataron temas políticos, económicos y de seguridad, y subrayó que «no hay demasiadas expectativas». Por su parte, Peres destacó que las delegaciones, que «no discutieron ni empezaron a echarse culpas entre sí», fueron «al grano». Entre otros asuntos también consideraron la transferencia de dinero que Israel adeuda al Gobierno palestino, del que Israel es un agente de retención de los impuestos que pagan los obreros y las tasas aduaneras.

Además, el optimismo inicial de ambas partes sobre las conversaciones quedó empeñado por un nuevo atentado palestino ayer contra un tren de pasajeros israelí, en las proximidades de la ciudad de Rehovot, al suroeste de Tel Aviv. El ataque, que sólo causó heridas de mediana gravedad al conductor del tren, fue perpetrado con una bomba que fue colocada entre las vías ferroviarias y activada al paso de la locomotora. Se trata del segundo ataque contra un tren en las últimas tres semanas y se registró a primeras horas de esta mañana, cuando miles de personas se valen de ese servicio para trasladarse a sus puestos de trabajo al comenzar la semana laboral en Israel.

Mientras, las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, grupo armado próximo al movimiento Al Fatá, de Yaser Arafat, amenazaron ayer con «atacar a las familias de responsables» israelíes, si el Estado hebreo expulsa a los parientes de los familiares de kamikazes desde Cisjordania a la franja de Gaza. «Ponemos en gardia al Gobierno israelí contra cualquier deportación de las familias de los mártires», señala un comunicado de las Brigadas, refiriéndose a los autores de atentados suicidas. «Si lo hace, responderemos atacando a las familias de responsables» israelíes, amenaza este grupo, relacionado con el movimiento del presidente palestino.