Bush se reunió ayer con los líderes del Congreso norteamericano.

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Bush insistió en que Husein representa una «amenaza seria» para la estabilidad regional y afirmó que «está en juego la credibilidad» de sus aliados, por lo que para EE UU es urgente conseguir el apoyo de la comunidad internacional -hasta ahora ausente- para una estrategia coordinada contra Irak. «Sadam Husein es una grave amenaza, un problema significativo y algo a lo que el país debe hacer frente», Bush dijo a los periodistas tras reunirse con los principales líderes del Congreso.

«El proceso (para responder a esa amenaza) comienza hoy (ayer)», enfatizó Bush, a su regreso de un mes de vacaciones en su rancho en Crawford (Texas). Estados Unidos acusa al líder iraquí de «engañar al mundo» respecto al desarrollo de un programa de armas no convencionales, por lo que el Gobierno de Bush pedirá el apoyo del Congreso, «en el momento oportuno», para una posible segunda intervención militar en Irak.

Con la venia del Congreso, el Gobierno de George Bush padre lanzó la guerra del Golfo en 1991, en represalia por la ocupación iraquí de Kuwait el año anterior. Ahora, el presidente Bush confía en que su campaña de convencimiento surtirá efecto y también él logrará el «sí» del Congreso a una operación militar en Irak antes de que concluya este periodo de sesiones del Legislativo, en noviembre.

Washington señala que Irak ha desobedecido los acuerdos que pusieron fin a esa guerra, entre ellos el retorno de los inspectores de armas de las Naciones Unidas a Irak. Bush tiene previsto aprovechar su discurso ante la Asamblea General de la ONU el próximo día 12 para exponer su plan de acción contra Irak, aunque no habló de emitir un ultimátum para que Husein permita el regreso de los inspectores, expulsados en 1998. «Haré un llamamiento al mundo para que reconozca que (Husein) está engañando al mundo. Delinearé y discutiré las formas de obligarle a cumplir con los acuerdos», subrayó Bush.

Bush discutirá el asunto iraquí con el primer ministro británico, Tony Blair, en Camp David el próximo sábado, y en conversaciones telefónicas con los líderes de China, Rusia y Francia. Igualmente tiene previsto reunirse el lunes en Detroit (Michigan) para tratar el mismo tema con el primer ministro canadiense, Jean Chretien.