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BEATRIZ SALAS-TEHERÀN El presidente iraní, Mohamed Jatami, se unió ayer a la oleada de críticas por la condena a muerte dictada por un tribunal conservador contra un académico reformista, que por quinto día consecutivo provocó manifestaciones estudiantiles en Teherán y otras ciudades del país. Cerca de 2.000 estudiantes desafiaron ayer las advertencias de las autoridades conservadoras y tomaron de nuevo las calles del campus de la Universidad Amir Kabir, donde desde primera hora de la mañana se sucedieron protestas y denuncias por «la ausencia de libertad de expresión» y «la existencia de presos políticos» en el país.

Entre los diferentes eslóganes gritados por los congregados, que no hicieron caso a las llamamientos a la calma hechos por el presidente Jatami, destacaron los de «muerte al despotismo» y «fuera los talibanes de Irán». Este último comparaba a los conservadores del régimen teocrático iraní con la milicia extremista islámica afgana que hace un año fue expulsada de Kabul, donde gobernaba desde 1996.

El desafío a la prohibición de manifestación se extendió asimismo a las ciudades de Tabriz, Isfahan, Urumiyeh y Hamedan, donde cientos de estudiantes ayudaron a multiplicar el clima de tensión que el país vive desde hace cinco días. Al tiempo que las universidades hervían en manifestaciones no autorizadas, Jatami aseguraba que la sentencia contra Hashem Agharaji, condenado a muerte por un tribunal del oeste del país que le halló culpable de «blasfemar» contra el profeta Mahoma, «es inapropiada habida cuenta de que se trata de alguien sin tacha».