El democristiano austríaco Wolfgang Schüssel celebró anoche el triunfo electoral de su partido.

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JUAN CARLOS BARRENA-VIENA Según los resultados oficiales provisionales, el gubernamental OeVP obtuvo un 42'27 por ciento de los votos, un 15'36 por ciento más que en los comicios de 1999. Mientras, los socialdemócratas (SPOe) pierden su calidad de primer partido austríaco a pesar de cosechar un 36'90 por ciento y ganar un 3'75 por ciento más de sufragios.

La fuerza ultranacionalista de Haider cae a los niveles de 1986 al perder un 16'77 por ciento y situarse solamente en el 10'16 por ciento, y Los Verdes tampoco han cumplido con los sondeos al mejorar sólo sensiblemente su resultado hasta sumar un 8'96 por ciento de votos, cuando su objetivo electoral era superar el 10 por ciento.

La participación electoral ha alcanzado el 80 por ciento y los resultados otorgan al OeVP 79 escaños, al SPOe, 69, mientras el FPOe obtiene 19 y Los Verdes 16. Quedan por escrutar los 381.000 votos por correo, tanto domésticos como desde el exterior. A la vista de los resultados, Schüssel no sólo ha logrado convertir su formación en primera fuerza política del país desde hace 36 años, sino que ha obtenido la mayor ganancia de sufragios para un partido en unas elecciones desde la II Guerra Mundial en la República alpina.

El canciller saliente, y entrante, ha sido capaz además, según coinciden en afirmar los analistas políticos, de acabar en dos años y medio de gestión con el mito de Haider, responsable el pasado setiembre de la ruptura de la coalición de gobierno, la convocatoria de estas elecciones anticipadas y la desbandada de sus pupilos más carismáticos.

Aunque se esperaba un duelo reñido con los socialdemócratas (SPOe) liderados por Alfred Gusenbauer a la hora de contar los votos, Schüssel se ha impuesto con total claridad a su principal rival, aunque éste también consiguió incrementar su número de votantes. La amplia victoria permite al Partido Popular negociar una coalición de Gobierno con cualquiera de las otras tres formaciones, socialdemócratas, liberales o verdes, si bien los primeros ya han anunciado que, a la vista de los resultados, no tiene sentido una gran coalición.