«El mensaje es que el director general de la OIEA, el egipcio
Mohamed El Baradei, no presentará un informe definitivo el próximo
27 de enero ante el Consejo de Seguridad de la ONU», explicó la
portavoz oficial del organismo, Melissa Fleming, quien precisó que
la resolución 1.441 de la ONU, la última sobre Irak, exige tanto a
El Baradei como al jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix,
que presenten el día 27 un informe amplio con las conclusiones a
las que han llegado hasta ese momento.
Pero esa resolución no establece un límite de tiempo para que
los inspectores verifiquen si el país árabe tiene o no armas de
destrucción masiva, ya que se trata de «un proceso que podría
durar, y la OIEA ha pedido paciencia a la comunidad internacional
para poder concluirlo correctamente», recordó Fleming. «Con nuestro
trabajo podemos encontrar algo mañana, en dos semanas o en tres
meses. Pero para poder excluir definitivamente que Bagdad tenga o
desarrolle algún programa militar está claro que necesitaremos
tiempo», insistió la portavoz.
Por otra parte, según fuentes del Departamento de Defensa
citadas por el diario «USA Today», EEUU no estará en condiciones de
atacar con garantías a Irak hasta finales de febrero. Por esta
razón, según el periódico, Washington estaría dispuesto a aceptar
que la tarea de los inspectores de armas de la ONU en Irak se
prolongue más allá del 27 de enero.
Mientras, el primer ministro británico, Tony Blair, intenta
calmar el descontento en las filas de su partido laborista y del
Gobierno en relación con Irak, asegurando que quiere dejar a la ONU
el tiempo necesario para llevar a cabo sus inspecciones y
recalcando su preferencia por la adopción de una segunda resolución
antes de cualquier intervención militar. Así, el ministro de
Desarrollo Internacional, Clare Short, indicó que el Reino Unido
debe permanecer «en la senda de la ONU» e impedir que Estados
Unidos vaya solo a una guerra.
Por su parte, Juan Pablo II expresó ayer su temor y subrayó que
los conflictos armados son siempre «una derrota de la humanidad».
En su discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede,
el Papa pronunció un firme «no» a la guerra y apeló al derecho
internacional, al diálogo y a la solidaridad como los medios «más
dignos» para solucionar los contenciosos.
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