Seis países árabes piden a Irak que coopere con la ONU.

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Estados Unidos restó ayer importancia a las diferencias con Francia y Alemania sobre una eventual intervención armada en Irak, y aseguró que si finalmente ataca a ese país tendría un amplio apoyo. La Casa Blanca y el secretario de Estado, Colin Powell, trataron de contrarrestar el malestar que causó al otro lado del Atlántico que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, criticara el nivel de compromiso de algunos países europeos en la crisis iraquí.

«Ustedes piensan en Alemania y Francia como si fuera Europa. Yo no. Creo que esa es la vieja Europa», manifestó Rumsfeld en una rueda de prensa con periodistas extranjeros, en la que aseguró que el centro de gravedad europeo «se está desplazando hacia el este». El portavoz de la Casa Blanca, Ari Fleischer, aseguró que si el presidente George W. Bush decide finalmente atacar Irak, sería una acción «ampliamente multilateral».

Fleischer aludió a las manifestaciones de apoyo de los Gobiernos del Reino Unido, España, Italia y varios países del este de Europa, así como Australia, nación que ayer envió un contingente militar a la región del Golfo. «Claramente, las manifestaciones públicas de España han apoyado las acciones de Estados Unidos», dijo el portavoz de la Casa Blanca al referirse a ese país.

Fleischer buscó restar importancia a las diferencias con París y Berlín, y repitió hoy que las posturas de ambos gobiernos europeos no son las definitivas. También señaló que EEUU mantendrá su amistad con sus aliados europeos, incluso si no apoyan sus acciones en Irak, si bien insistió en su política de que hay que prestar atención a otros países europeos.

Las discrepancias también fueron minimizadas por Powell y el ministro británico de Asuntos Exteriores, Jack Straw, quienes ofrecieron una rueda de prensa conjunta en Washington. Powell y Straw, no obstante, recordaron que París aprobó y Berlín apoyó la resolución 1441, en cuyo último párrafo se afirma que el régimen iraquí afrontará «serias consecuencias» si no cumple. «Todo el mundo en esa estancia (en el Consejo de Seguridad) supo que hablar de serias consecuencias significaba una sola cosa: el uso de la fuerza», manifestó el jefe de la diplomacia británica.