El Likud está preocupado por las consecuencias políticas que pueda
tener una humillante derrota del Partido Laborista en las
elecciones de hoy martes y espera que éste supere la barrera de los
20 diputados para que haya un mínima posibilidad de formar un
gobierno de coalición. Más de 4,5 millones de israelíes acudirán a
las urnas en unas elecciones que han perdido toda su tradicional
emoción, ya que desde que fueron convocadas todos los sondeos
vaticinan la victoria del actual partido gobernante, el derechista
Likud.
Los últimos sondeos pronostican al partido del actual primer
ministro, Ariel Sharon, una intención de voto equivalente a entre
33 y 34 de los 120 diputados, lo que le convierte en el candidato
más propicio para que el presidente del Estado, Moshé Katsav, le
convoque a formar gobierno. Por su parte, el Partido Laborista
obtendría entre 18 y 19 diputados, la peor derrota electoral de su
historia. Paradójicamente, esas previsiones no sólo preocupan a los
dirigentes laboristas, sino también a los del Likud, que saben que
cuanto mayor sea la disparidad entre los dos partidos más difícil
será convencer a los laboristas de que se sumen a un gobierno de
unidad nacional.
«Si el Partido Laborista obtiene 16 o 17 diputados, habrá todo
un escándalo, no habrá un líder claro, y no tendremos con quien
hablar de unidad nacional», dijo una fuente del Likud desde el
anonimato. Tal y como lo ha anunciado en repetidas ocasiones, en su
discurso de victoria que ya tiene preparado, Sharon se dirigirá
personalmente a su rival laborista, Amram Mitzna, para pedirle que
reconsidere la declaración que hizo hace dos semanas contra un
gobierno de unidad nacional con él.
Sharon considera que no podrá mantenerse en el gobierno durante
mucho tiempo con una coalición de cinco o seis partidos pequeños de
la derecha nacionalista y la comunidad ortodoxa. Para ello, dicen
los observadores, es imprescindible que el Partido Laborista tenga
un número de diputados inferior al del Likud pero
significativamente más alto que el tercer grupo parlamentario que
salga de estas elecciones, es decir, que los ultraortodoxos del
Shas o los anticlericales de Shinui.
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