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EFE-YAKARTA
Unos 5.000 efectivos de seguridad protegen la isla de Bali, donde hoy se conmemora el primer aniversario del mayor atentado terrorista ocurrido tras el 11-S en EE UU, y que causó la muerte de 202 personas.

Muchos de ellos son familiares de las víctimas o supervivientes de un atentado que Australia vive como su particular 11 de septiembre y que aún permanece sin cicatrizar en la memoria colectiva del país.

Junto a este despliegue, la policía indonesia mantendrá el estado de alerta durante el fin de semana en la isla, donde desde el viernes ondean a media asta las banderas de los más de veinte países que perdieron a sus nacionales aquél trágico día.

Entre los congregados en las calles de Kuta, la capital turística de la isla, destaca la presencia de unos quinientos australianos que recuerdan a los 88 compatriotas que perecieron esa medianoche tras las explosiones en el exterior de la discoteca Sari y del bar Paddy's.

Una prueba de esto es que el pasado viernes hubo de suspenderse una exposición de fotografías del atentado en un centro turístico de la isla ante la airada y, en algunos casos violenta, queja de algunos visitantes australianos.

La importancia dada por Australia al aniversario no ha sido negada por su primer ministro, John Howard, que ayer fue recibido a su llegada a la isla por su gobernador, Dewa Made Beratha, antes de presidir los actos previstos para hoy.

Este interés por un acto que será cubierto por más de un centenar de periodistas extranjeros no es compartido por la presidenta indonesia, Megawati Sukarnoputri, quien ya ha anunciado que no asistirá al evento.

La razón aducida por Megawati es que ese día deberá atender en Yakarta a su homólogo argelino, Abdullaziz Buteflika, que se encuentra de visita oficial en el país.

Para esquivar las críticas por dicha ausencia, las autoridades de Bali han recordado que Indonesia ya conmemoró el aniversario el pasado quince de noviembre, en un ritual de limpieza de almas que transcurrió de acuerdo con las tradiciones religiosas balinesas.