El gobernador de la conflictiva provincia de Al Anbar (oeste de
Irak), Raya Nawaf, fue secuestrado ayer junto a cuatro de sus
guardaespaldas cuando se dirigían a Ramadi procedentes de Al Qaim
(cerca de la frontera siria). Los insurgentes advirtieron a la
familia de Nawaf que no lo liberarán hasta que las fuerzas
estadounidenses se retiren de la zona donde han emprendido una
amplia ofensiva.
Ayer, dos coches bomba volvieron a estallar en Bagdad, con el
resultado de nueve muertos, mientras las tropas de EEUU proseguían
con su ofensiva en el oeste del país, donde el mando norteamericano
anunció la muerte de un centenar de rebeldes.
La primera explosión de la capital se produjo en las cercanías
de la céntrica Plaza de la Liberación, y causó ocho víctimas
mortales, dos horas antes de que la segunda segara la vida, en el
oeste de la ciudad, de al menos otra persona. Según fuentes
hospitalarias, diecisiete personas resultaron heridas, cinco de
ellas de gravedad, por el primer estallido, en tanto que el segundo
causaba «al menos varios heridos».
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