Un bombero intenta apagar un coche incendiado en el noroeste de París.

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El presidente francés, Jacques Chirac, salió ayer de su mutismo sobre los disturbios para subrayar que «la prioridad absoluta es el restablecimiento de la seguridad y del orden público, y la ley tendrá la última palabra», condiciones previas para aplicar un programa de justicia social e igualdad de oportunidades. «La República está determinada por naturaleza a ser más fuerte que los que quieren sembrar la violencia o el miedo, y que serán detenidos, juzgados y condenados», declaró Chirac al término de una reunión de un gabinete de crisis con miembros del Gobierno.

Villepin, que lanzó un llamamiento «a la responsabilidad de todos», explicó que se van a acelerar los procedimientos judiciales para que las personas detenidas sean juzgadas por el procedimiento de comparecencia inmediata. El gabinete de crisis en torno al jefe del Estado estuvo compuesto por Villepin, y los titulares de Interior, Nicolas Sarkozy; Defensa, Michele Alliot-Marie; Justicia, Pascal Clément; Empleo, Jean-Louis Borloo; Economía, Thierry Breton; Educación, Gilles de Robien, así como el portavoz del Gobierno, Jean-François Copé.

Mostró su compromiso con «el respeto de todos, la justicia y la igualdad de oportunidades» aunque a continuación precisó que «hay una condición previa, el restablecimiento de la seguridad y del orden público». Para traducir en hechos las directrices de Chirac, el primer ministro, Dominique de Villepin, anunció un reforzamiento de las medidas de seguridad «allí donde sea necesario» porque «no podemos aceptar ninguna zona de ausencia de derecho». Las medidas serán concretadas hoy.

La presión por el silencio de Chirac había aumentado con críticas en su propio campo, pero sobre todo del primer secretario socialista, François Hollande, que había dicho querer «escuchar las palabras de Jacques Chirac», para «asumir sus responsabilidades». Chirac sólo se había pronunciado públicamente el miércoles y a través de Copé, sobre la ola de violencia, que la madrugada del domingo de nuevo marcó un nuevo récord de destrucciones, con 1.295 vehículos incendiados, además de escuelas, gimnasios, comercios, naves industriales y equipamientos públicos arrasados.

La violencia se extendió por más ciudades francesas e, incluso, el centro de París se 'estrenó' con el incendio de varios vehículos cerca de la plaza de la República. Mientras, una veintena de mayores de edad han sido condenados por su participación en la oleada de disturbios que se han producido en Francia en las diez últimas noches.