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ANA PÉREZ Nunca la carrera por el asalto a la Casa Blanca había estado tan abierta como en este 'Supermartes', en que la mitad de la población de Estados Unidos elige al candidato de su partido para las presidenciales sin que exista un claro favorito en las filas republicanas y con un empate técnico en las demócratas.

La retirada paulatina de Gravel, Kucinich, Dodd, Biden, Richardson y, finalmente, Edwards, provocada por los malos resultados obtenidos en las primarias y caucus celebrados hasta ahora y por el empuje del resto de candidatos, ha puesto cara a cara a los dos pesos pesados del Partido Demócrata: Hillary Clinton y Barack Obama. Dos pesos pesados, por otra parte, atípicos, porque si el 4 de noviembre los electores optan por el vuelco y votan en clave demócrata, la presidencia de los Estados Unidos de América recaería por vez primera en una mujer o en un negro.

La senadora por Nueva York parte, en principio, con ventaja: su rostro y su trayectoria política son muy conocidos por el votante (no en vano fue primera dama de EE UU durante ocho años) y cuenta con el respaldo de la minoría hispana, con mayor peso específico en el conjunto de la nación cada día que pasa, y con el voto femenino, que ve cómo por primera vez tiene la oportunidad real de sentar a una mujer en la Casa Blanca.

El senador de Illinois, por su parte, ha ido acortando las distancias desde el principio y desatando el entusiasmo de muchos demócratas descontentos, lo que hace pensar que el tiempo juega a su favor. El apoyo público de varios miembros de la familia Kennedy, que ven en él poco menos que la reencarnación del presidente asesinado, y el voto de la minoría negra, no menos enfervorizada al imaginar a alguien de su raza como presidente de los Estados Unidos, han convertido al candidato más joven de estas primarias en un serio pretendiente a la presidencia.

No parece que los resultados de hoy vayan a clarificar el escenario demócrata. La distribución de los delegados entre los candidatos en proporción a los votos obtenidos por estado no daría una victoria decisiva a ninguno de estos dos candidatos tan igualados en las encuestas.

Para los republicanos, sin embargo, sí puede ser hoy, 5 de febrero, su 'Supermartes'. En 13 estados, el candidato ganador se queda con el cien por cien de los delegados, lo que podría desmarcar a alguno de los candidatos.