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JOSÉ LUIS PANIAGUA-LA HABANA
El presidente de Cuba, Raúl Castro, trata de superar la precaria y deprimida situación del campo cubano con un nuevo concepto de estructuración agrícola y medidas para aumentar la productividad, racionalizar la administración y garantizar el abasto de verduras y vegetales a precios asequibles.

Mes y medio después de que el general Castro asumiera el poder, el campo cubano asiste, entre el optimismo de unos y el escepticismo de otros, a su propia versión de las reformas del nuevo gobierno, muy distintas a aquéllas que ya permiten a los cubanos entrar en hoteles, comprar un DVD o contratar una línea de telefonía móvil.

Descentralización administrativa de la agricultura, entrega directa e indirecta de medios a los campesinos y cooperativas, mejores precios y tierras en usufructo a quienes lo soliciten, son los pilares sobre los que el gobierno levanta el nuevo modelo.

El plan busca poner a trabajar la tierra cultivable ociosa, hoy un 51 por ciento del total, y desarma la concepción centralizada de la agricultura que ha primado durante las últimas décadas, para traspasar a los entes locales la misión de planificar y satisfacer sus necesidades desde una perspectiva de autogestión.

Desde el 29 de marzo y hasta mediados de este mes, en todas las localidades de Cuba se constituyen delegaciones municipales de la agricultura, indicó Maritza Rodríguez, responsable de ese ramo en Bejucal, a unos 30 kilómetros de La Habana. «El objetivo es que en los Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) no falte de nada», indicó.

Paralelamente, se están creando instancias municipales que gestionarán la entrega, administración y control de tierras en usufructo a las cooperativas que lo soliciten. El presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), Orlando Lugo, dijo esta semana que ya están «bastante adelantados los estudios» para «la entrega masiva» de tierras a campesinos individuales.

Algunos especialistas ya hablan directamente de una nueva «reforma agraria», con mayúsculas. Sin embargo, otros analistas aseguran que aunque las transformaciones introducidas hasta ahora son «alentadoras», todavía es prematuro sacar conclusiones.