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EFE-NUEVA YORK Tres detectives del Departamento de Policía de Nueva York fueron declarados ayer inocentes en un juicio por haber disparado 50 veces contra tres individuos desarmados y haber matado a uno de ellos, el afroamericano Sean Bell. Diecisiete meses después de ocurrir los hechos, un juez del distrito de Queens declaró a los tres policías «no culpables» de los ocho delitos de que estaban acusados, entre ellos los de homicidio voluntario e involuntario.

El juez Arthur Cooperman determinó en su veredicto que la fiscalía «no ha probado, más allá de toda duda, que cada uno de los acusados no estuvo justificado en las acciones que realizó». El magistrado aludió a la poca credibilidad de muchos testigos de la fiscalía -entre ellos los amigos de Bell que sobrevivieron a la tragedia- como uno de los factores que hicieron que la acusación no pudiera demostrar de forma incuestionable la culpabilidad de los policías.

El veredicto fue recibido con pesar y dolor por los familiares y allegados de Bell y de los dos amigos suyos que fueron heridos en el tiroteo, ocurrido en la madrugada del 25 de noviembre de 2006 a las afueras de un club de striptease en el barrio neoyorquino de Queens. Dos de los detectives, Michael Oliver y Gescard Isnora, que efectuaron la mayoría de disparos, estaban acusados de homicidio voluntario e involuntario, entre otros delitos.

El tercer policía implicado en el suceso, Marc Cooper, afrontaba un delito de imprudencia temeraria, un cargo menor dado que los disparos que efectuó no alcanzaron a las víctimas. Este caso ha acaparado la atención de los estadounidenses y en particular de la comunidad afroamericana, debido a que Bell pertenecía a esa minoría y dos de los tres policías implicados en el tiroteo también son de raza negra.

Además, este caso reavivó en la memoria de los neoyorquinos el caso de Amadou Diallo, quien murió en 1999 después de que cuatro policías blancos le disparasen 41 veces pese a que estaba desarmado. Los policías en aquella ocasión también fueron absueltos en el juicio que se celebró en su contra, lo que dio lugar a numerosas protesta en Nueva York y a centenares de detenciones, a la vez que elevó la tensión entre la policía y la comunidad afroamericana.