La visita efectuada por el presidente estadounidense, George W. Bush, al Vaticano, ha roto moldes. El Papa Benedicto XVI recibió al dirigente norteamericano fuera de su estudio privado, en una dependencia de los jardines vaticanos, algo inédito en una reunión con un jefe de Estado.
De esta forma, Ratzinger quería agradecer «la calurosa y especial acogida» dada durante su reciente viaje a Estados Unidos, que coincidió precisamente con su cumpleaños.
Bush calificó esta deferencia de «honor», mientras que la dilpomacia vaticana tildó de «cordial» un encuentro en que se abordaron temas de política internacional y social. Habitualmente, el Papa ofrece una reunión privada en la Biblioteca pontificia, pero con su 'regalo' de cumpleaños aún en la memoria, decidió trasladar el encuentro con Bush, que realiza su gira europea de despedida como presidente, a la torre de San Juan, dentro de los Jardines Vaticanos. Allí, ambos dirigentes pasearon por el jardín y disfrutaron del Coro de la Capilla Sixtina. «Qué honor, qué honor», reconoció el mandatario norteamericano a su interlocutor, tras tanto agasajo. Asimismo, Bush regaló al Papa una fotografía con un autógrafo y un álbum de fotos de su viaje y el Pontífice le entregó también una foto firmada y cuatro volúmenes sobre la Basílica de San Pedro.
Durante el encuentro, el Pontífice y el presidente Bush analizaron las relaciones entre EEUU y Europa, la situación en Oriente Medio, mostraron el compromiso de trabajar por la paz en Tierra Santa y de defender los valores morales fundamentales.
También hablaron de la globalización, la crisis alimentaria, el comercio internacional y los objetivos establecidos en la Cumbre del Milenio de la ONU del año 2000 en Nueva York para, en 2015, reducir a la mitad la pobreza extrema y el número de personas que sufren hambre respecto a los niveles de 1990.
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