Benedicto XVI, saludando desde lo alto de la escalerilla del avión que le ha trasladado esta mañana a Edimburgo, donde comienza una visita a Gran Bretaña. | Reuters

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El papa Benedicto XVI reconoció hoy por primera vez que la Iglesia en su conjunto, los obispos y el Vaticano, no han sido suficientemente «vigilantes, veloces y decisivos» a la hora de afrontar los casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes.

Camino del Reino Unido, otro de los lugares donde se han registrado en los últimos años numerosos casos de curas pederastas, el Papa volvió referirse a estos escándalos y expresó su «profunda tristeza».

«Tengo que decir que siento una gran tristeza. Tristeza también porque la autoridad de la Iglesia no ha sido lo suficientemente vigilante, ni suficientemente veloz, ni decidida, para tomar las medidas necesarias», dijo Benedicto XVI a los periodistas que le acompañaban en el avión desde Roma a Edimburgo.

Agregó que, por todo ello, «estamos en un momento de penitencia, de humildad y de renovada sinceridad».

Para el Pontífice, lo más importante son las víctimas, «ayudarlas para que puedan superar el trauma, recuperar la vida y la confianza en el mensaje de Cristo».

Abogó además por que se den «ayudas psicológicas y espirituales» para las víctimas.

Sobre los curas pederastas, el Papa dijo que «a estas personas culpables hay que excluirlas de toda posibilidad de acceder a los jóvenes».

«Sabemos que esta es una enfermedad y que la libre voluntad no funciona, y debemos proteger a estas personas de sí mismas y hay que encontrar el modo de ayudarlas y excluir cualquier acceso a los jóvenes», subrayó.

Benedicto XVI añadió que para que nunca más ocurran estos abusos «es necesaria una prevención en la educación y en la selección de candidatos al sacerdocio. Hay que tener mucho cuidado».

El papa Joseph Ratzinger confesó que la revelación de estos casos de pederastia fue para él «un shock» y «una gran tristeza».

«Es difícil entender como esa perversión era posible en el ministerio sacerdotal. Pues el sacerdote se prepara durante años para ser la boca y las manos de Jesús, el Buen Pastor, quien ama y ayuda a la verdad», señaló.

Y se preguntó cómo un hombre «puede caer en esta perversión», que es «difícil de entender».

Respecto a su visita a un país de mayoría anglicana, y fuertemente secularizado, y donde se han realizado manifestaciones contra su visita, el Papa aseguró que no está preocupado y «que Gran Bretaña es un país de gran tolerancia y de acogida» y que espera «en ese respeto y tolerancia recíproca».

«Vengo con fuerza y alegría», apuntó.

Al hablar de las relaciones entre la Iglesia católica y anglicana observó que las dos «son el instrumento de Cristo para propagar el Evangelio y que la prioridad es Cristo», y que no considera «que sean competencia».

Benedicto XVI explicó que la misión de la Iglesia no es ser «atractiva» para ganar adeptos, ya que en ese caso se equivoca, pues su misión es «anunciar a Jesucristo».

También dijo que las dos Iglesias se reencuentran «en un verdadero y profundo ecumenismo».

El Papa se refirió al cardenal John Henry Newman, al que beatificará el próximo domingo en Birmingham, del que resaltó que fue un hombre «de gran espiritualidad, humanidad, con una vida excepcional y un ejemplo».

Respecto a su visita considerada de Estado, dijo sentirse «muy grato» por este rango dado por la reina Isabel II de Inglaterra, pero explicó que no se trata «de una visita política» sino de un viaje pastoral.

En este sentido, reconoció que al Vaticano se le considera un Estado sólo para garantizar la independencia a la hora de divulgar el Evangelio.

El Papa comentó que el Reino Unido tiene una gran experiencia en la lucha contra la miseria, la pobreza, la enfermedad y las drogas, y a favor de la paz en el mundo.